Aquella noche descansé mejor. Las visitas de Will siempre tenían el mismo resultado que tomarse un relajante muscular antes de dormir.
Aparqué como cada mañana mi mini en mi plaza de garaje, y me sorprendí al notar la ausencia del escarabajo blanco de Ashby. "Probablemente esté estropeado y haya venido en taxi" me dije a mí misma.
Me dirigí hacia mi despacho, y para mi sorpresa, también estaba vacío. Ashby no solía faltar al trabajo, así que me preocupé por su ausencia y me dirigí al despacho de Levi.
Llamé a la puerta y la masculina voz de Levi me permitió la entrada.
—Buenos días —saludé con una sonrisa.
—Gea —se levantó de su asiento sonriendo y me besó la mano—. ¿A qué debo tu visita?
—Estoy preocupada por Ashby, parece que ha faltado, ¿sabes si le ha ocurrido algo? —pregunté sin soltar su mano.
Su expresión cambió por completo, adoptando unas facciones serias.
—Su madre falleció anoche Gea —respondió—. Dudo que venga en toda la semana.
Me horroricé ante la noticia, supuse lo mal que lo debía estar pasando el pobre Ashby.
—¿Sabes dónde está siendo el velatorio? —pregunté nerviosa. Deseaba salir de aquí corriendo y llegar a dónde fuera que estuviese en seguida.
—Sí ¿por qué? ¿quieres ir? —preguntó Levi curioso.
—Quiero darle mi apoyo Levi —respondí con mi mejor voz para convencer y agarré su corbata—. ¿Te importa darme el día libre?
Suspiró. Sabía que no quería dejarme ir, pero por sus ojos supuse que le había sido imposible resistirse a mis encantos.
Me anotó la dirección y salí corriendo de las oficinas.
Los velatorios siempre habían tenido ese aura trágica, en la que incluso un día soleado parecía pasado por lluvia, y todo se veía en gama de grises.
Me introduje por la pesada puerta negra de la entrada y recorrí los silenciosos y largos pasillos hasta encontrar la sala que buscaba.
En la placa al lado de la puerta se podía leer "Amelia Scott". La madre de Ashby había tenido un nombre precioso.
Pasé en silencio, intentando contener el repiqueteo de mis tacones y adoptando una actitud lo más seria posible.
Ashby se encontraba sentado en uno de los sofás de la sala junto a una mujer que podía tener unos 35 años. Tenía su larga melena color chocolate recogido en una coleta.
A pesar de la presencia de la mujer, mi mirada se dirigió a Asbhy. Parecía tranquilo, aunque las ojeras bajo sus ojos delataban que no había pegado ojo en toda la noche, y el hecho de que no hubiese notado mi presencia indicaba que estaba absorto en sus pensamientos.
Me acerqué y me senté junto a él, rozando su pierna derecha con mis manos para hacerle saber que estaba allí. Se giró y me miró con aquellos ojos de cachorro entristecido. Le abracé con fuerza y le di mi más sentido pésame.
—Gracias por venir —dijo antes de girarse hacía la muchacha que se encontraba a su lado—. Gea ésta es Lola, se encargaba de cuidar a mi madre.
Asentí en reconocimiento y le di dos besos junto con el pésame.
—Ashby, tengo que irme, mi hijo sale del colegio ahora —se levantó la muchacha del sofá acariciando el hombro del chico—. Volveré en unas horas.
—No te preocupes Lola, cuando puedas —respondió el muchacho.
La tristeza era evidente en su voz.
Cuando Lola hubo salido de la sala, me percaté de que estábamos a solas. Nadie más velaba el cuerpo de la Señora Scott.
—¿Y el resto de tu familia? —pregunté a Ashby agarrando su mano.
—Estamos al completo —hizo una mueca que podía confundirse con una sonrisa amable.
Apreté su mano para darle fuerza.
—Me he quedado solo —sollozó.
No pude evitar abrazarle.
—No lo estás Ash, yo estoy contigo —me devolvió el abrazo y nos quedamos en aquella posición durante un par de horas.
Aquella misma tarde fue el entierro. De nuevo, sólo tres estuvimos allí. Ashby había mantenido bien la compostura durante todo el día, pero no pudo evitar llorar en cuanto escuchó la arena caer sobre el ataúd de su madre. Aquel era el último adiós. Le abracé con fuerza y no le solté. De alguna manera intentaba protegerle. Me rompía el corazón verle así.
Le llevé a mi casa, ya que supuse que le sería imposible pegar ojo en la casa de su madre. Demasiados recuerdos le vendrían a la cabeza.
Se tumbó en el sofá, todavía con el traje del funeral puesto y se quedó mirando a la nada.
—¿Tienes hambre? —le pregunté sentándome junto a él.
Negó con la cabeza.
—Gracias por todo Gea —me miró con los ojos llorosos.
—No tienes que agradecerme nada —me tumbé junto a él y volví a abrazarle—. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras Ash.
—Gracias Gea, no sé cuando podré volver a casa —respondió acercándome más a él.
La conversación terminó ahí, y ambos finalmente caímos dormidos en el sofá.
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Buenos días a todos! Por fin he podido continuar escribiendo. Espero que disfrutéis del nuevo capítulo, y como siempre daros las gracias por leer, votar, comentar... Me alegra mucho pasar por aquí y ver que las lecturas siguen aumentando y que seguís esperando con ganas nuevos capítulos. De verdad muchas gracias.
¿Qué esperáis que pase a partir de ahora?
-G.Bo
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Killing Gea (hot)
RomanceTras aquella traumática noche, Gea Ross decide que nunca debe confiar en los hombres de nuevo. Se niega a sí misma cualquier sentimiento hacia ellos, excepto el más puro placer sexual. Sus muros se tambalearán cuando conozca a Levi, Ashby y William...