Aquella semana había acontecido sin variaciones. El estado de ánimo de Ashby apenas mejoró, aunque disponía de la suficiente fuerza de voluntad como para levantarse cada mañana de la cama e ir a trabajar. Además, el vivir en mi casa le ayudaba a olvidar de vez en cuando la muerte de su madre, ya que todos mis esfuerzos iban dirigidos a verle sonreír. El trabajo y Ashby eran mi mayor preocupación en aquellos momentos, hasta aquel mismo día.
Había amanecido soleado, todo indicaba que sería un buen día. Ashby se encontraba de mejor humor. Así pues, una vez ambos estábamos listos para salir, bajamos a mi coche y nos dirigimos a nuestros puestos de trabajo.
Pasamos la mañana inundados de planos constructivos y muestras de materiales, lo cual, si bien era cierto, se había convertido en una costumbre.
Cuando el reloj hubo marcado las dos de la tarde, ofrecí a Ashby invitarle a comer, esperaba que ya que su ánimo había mejorado ligeramente, tal vez su apetito también lo hubiese hecho.
Apenas había comido en los últimos días, y probablemente tampoco dormido, su preciosa mirada de cachorro se encontraba rodeada por unas ligeras ojeras que empeoraban su atractivo rostro.
Aceptó mi oferta con una sonrisa que iluminó su cara y no pude contener la necesidad de devolvérsela.
Nos dirigimos al mismo restaurante de siempre, dando un pequeño paseo intentando absorber el brillante sol que nos iluminaba, aunque la contaminación de la ciudad no nos permitiese respirar un aire fresco.
Pedimos mesa para dos, y el amable camarero, que aunque no conocía nuestros nombres definitivamente se había aprendido nuestro rostro de memoria, nos dirigió a un rincón del local.
—Pide todo lo que quieras —hablé—. Yo pago.
—No dejaré que pagues Gea —me sonrió—. Has pagado todo durante ésta semana.
—Eres mi invitado —respondí ofendida.
—Después de una semana en tu casa creo que podías empezar a considerarme compañero de piso —dijo con una sonrisa torcida en la cara—. De hecho, si el mes que viene sigo en tu casa, pagaré la mitad del alquiler con mucho gusto.
—No seas tonto Ash, sabes que no me resulta ningún problema —respondí.
—Tal vez, pero a mí si —zanjó el tema. Ashby no era muy obstinado, pero era imposible hacerle cambiar de opinión en ciertas ocasiones, y sabía que esa era una de ellas.
Yo apenas comí, el calor siempre me había quitado bastante el apetito, pero Ashby pareció haber recuperado las fuerzas que había perdido durante toda la semana.
Los platos que teníamos en frente se habían vaciado, y nos encontrábamos sumergidos en una conversación banal cuando la interrumpió por completo.
—Gea, aquel tío de allí te lleva mirando desde que hemos entrado —señaló con su cabeza hacía su izquierda—. Comienza a resultar un poco molesto.
Me giré para conocer el foco de aquella mirada. Y me quedé petrificada. Habría reconocido aquellos ojos marrones y aquel pelo castaño desaliñado en una multitud.
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Saqué rápidamente un billete de mi cartera y hablé a Ashby.
—Escúchame Ashby, haz lo que te diga, no preguntes, luego te explico —dejé el billete sobre la mesa—. Levántate disimuladamente. Tenemos que salir de aquí ya mismo.
Asintió.
Nos levantamos con cuidado, tratando de evitar la mirada de aquel que me había atormentado durante la mayor parte de las noches desde que por desgracia apareció en mi vida.
Cuando salimos del restaurante me giré, para darme cuenta de que él también abandonaba su mesa.
—¡Ashby corre! —grité a mi amigo y ambos corrimos cuesta arriba hacia nuestro puesto de trabajo.
Por suerte, la cercanía de nuestro destino jugaba a nuestro favor. Entramos corriendo al edificio y me acerqué rápidamente al guardia de seguridad.
Sofocada por el viaje, traté de hablar lo más claro que pude.
—Un hombre nos está persiguiendo. Tiene el pelo castaño, ojos marrones, barba, es alto y va vestido con unos vaqueros y una camiseta negra. No le deje pasar.
El hombre asintió y avisó a sus compañeros mediante el walkie que colgaba de su cinturón.
Levi y William aparecieron rápidamente. No supe cómo pero en seguida me encontré rodeada de mis tres hombres favoritos. Me hacían preguntas, pero mi cabeza no conseguía concentrarse en sus palabras.
Él estaba aquí.
Había vuelto.
Y me había encontrado.
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Buenos días! Por fin os consigo dejar un capítulo nuevo. Se que no estoy escribiendo con tanta frecuencia como anteriormente, pero el curso está acabando y me resulta difícil encontrar momentos para escribir.
¿Qué os ha parecido éste capítulo? Gea ha recibido una visita un tanto desagradable, ¿qué opináis?
De nuevo agradeceros a todos por leer, votar y comentar. No dejéis de hacerlo. Sois los mejores.
Un besazo
-G.Bo
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Killing Gea (hot)
RomanceTras aquella traumática noche, Gea Ross decide que nunca debe confiar en los hombres de nuevo. Se niega a sí misma cualquier sentimiento hacia ellos, excepto el más puro placer sexual. Sus muros se tambalearán cuando conozca a Levi, Ashby y William...