Habían pasado dos semanas desde aquel suceso. Dos semanas que todos habíamos aprovechado descansando para recomponernos de lo sucedido.
Me había mantenido en contacto constante con los tres, ya que yo estaba tan preocupada por su estado como ellos del mío, y me moría de ganas por volver a verles.
Aquella mañana, volví a mirarme en el espejo como lo hice cuando llegué a Nueva York, y me percaté entonces de que las ojeras que habían formado parte de mi rostro desde hacía años estaban comenzando a desaparecer. Sonreí al darme cuenta de que la sombra que me había perseguido durante tanto tiempo había desaparecido con la muerte de Axel. Por fin era libre del miedo que había marcado en detalle cada paso que había dado hasta el momento.
Me arreglé tanto como siempre y conduje mi mini rojo hacia la oficina. Allí, encontré el escarabajo blanco de Ashby, y me invadió una nostalgia que nunca habría imaginado que sentiría.
Así comenzó el fin de mi peor época, y con aquella misma imagen, sentí que comenzaba una nueva.
Me bajé de mi coche y subí a la primera planta, dónde sabía que se encontraría a Levi en su despacho.
Llamé con delicadeza a la puerta de su despacho de cristal, aunque sabía que ya me había visto.
Se acercó a paso apresurado y abrió, recibiéndome con una gran sonrisa y un fuerte abrazo.
–¿Cómo estás Gea? –preguntó sonriente.
–Igual que las otras veinte veces en las que me has llamado hoy –me reí divertida.
Inhalé el olor de su colonia y me embriagué de la tranquilidad proporcionada por su abrazo. Nada que ver con aquel primer día, en el que sentí miedo al conocer a mi jefe.
Cuando nos separamos, le miré a aquella mirada triste suya y sonriendo le hablé desde el corazón.
–No hay manera en que pueda agradecerte lo mucho que has hecho por mí. Y no sólo cuando decidiste ir a buscarme, si no antes –le dije, sosteniendo su mano.
–No hay nada que debas agradecer mi preciosa Gea –me besó la mano, como tanto le había gustado hacer en éste tiempo atrás.
Me despedí de él con otro fuerte abrazo y me dispuse a dirigirme a la siguiente parada, el segundo piso, lugar dónde se encontraba mi despacho compartido con Ashby.
Cuando llegué a la puerta, pasé mi mano por el rótulo que marcaba nuestros nombres. Me alegré de haber sentido aquel despacho como una casa más y de tener la posibilidad de disfrutarlo durante mucho más tiempo.
Entré al despacho sin llamar y me quedé boquiabierta con lo que vi al entrar.
Ashby se encontraba metiendo todas sus cosas en cajas de cartón.
–¿Qué ocurre Ashby? –le pregunté preocupada.
–Gea –se dio la vuelta inmediatamente al escuchar mi voz y me recibió con un fuerte abrazo. Me sentí sobrecogida por su tacto, era un abrazo de necesidad, Ashby estaba sufriendo.
–¿Qué pasa Ash? –le abracé con más fuerza, como si así pudiese protegerle de lo que le ocurriese.
Tras terminar el abrazo, me contestó con sus preciosos ojos azules llorosos.
–Hablé con Will para que me trasladase durante un tiempo fuera –explicó tratando de contener las lágrimas–. Iré durante seis meses a Hawaii a supervisar las obras.
Le miré fijamente, tratando de entender qué le había llevado a tomar aquella decisión. Entonces, me di cuenta de que había estado tanto tiempo enfrascada en la felicidad de haber perdido a Axel de vista, que no me percaté de la repercusión que su muerte había podido tener en Ashby.
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Killing Gea (hot)
RomanceTras aquella traumática noche, Gea Ross decide que nunca debe confiar en los hombres de nuevo. Se niega a sí misma cualquier sentimiento hacia ellos, excepto el más puro placer sexual. Sus muros se tambalearán cuando conozca a Levi, Ashby y William...