Parecía que las cosas con Ashby volvían a normalizarse, pero aún a pesar de eso, seguía sintiendo los nervios apretar mi pecho. Había reconocido en alto que estaba enamorada. Yo, Gea Ross, que había negado y apartado el amor durante tanto tiempo, porque me había hecho sufrir hasta el punto de perderme a mí misma, de odiar mi existencia y al mundo entero.
Y aunque podía sentir alivio al dejarme llevar por mis sentimientos, el miedo comenzaba a crecer en mí. No podía demorarme demasiado en tomar una decisión, tendría que escoger entre uno de ellos, y sabía que alguno terminaría sufriendo. No podía soportarlo.
Comencé a sudar, a sentir que la ropa me agobiaba demasiado, que el despacho se me hacía pequeño. Me sentí atrapada. Debía tomar el aire.
Me levanté de mi mesa y recogí con rapidez mis pertenencias.
–¿Estás bien Gea? –preguntó Ashby preocupado.
–Sí –forcé una sonrisa–. Me acabo de acordar que tenía que recoger unas muestras de baldosa en la fábrica. Debo ir en seguida.
–¿Quieres que te acompañe? –se ofreció. A juzgar por su mirada probablemente no se había tragado mi respuesta, y estaba convencido de que algo me pasaba.
–No te preocupes, volveré en seguida –me acerqué a su mesa y besé su mejilla. Conseguí tranquilizarle y me permití entonces salir por la puerta.
Evité el ascensor y la sensación de encierre que éste me proporcionaría, y tomé por primera vez las escaleras desde que había comenzado a trabajar en aquel lugar.
Entonces comprendí porqué todo el mundo usaba el ascensor, eran interminables. Las bajé lo más rápido que pude, intentando evitar tropezar y caer.
Finalmente, llegué al garaje. Nunca había entrado por aquella puerta, y me resultó complicado situarme.
Cuando divisé la moto de Levi, supe el camino que debía tomar para llegar hasta mi coche.
Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta Sabía que había prometido a Will que no saldría de allí sola, pero lo necesitaba. Además, estaría de vuelta antes de que él se diese cuenta.
Sin pensarlo dos veces arranqué y salí de aquel lugar, disfruté del sol y me dejé llevar por la brisa que incidía por las ventanillas bajadas. Conducía sin rumbo, aunque mi propio instinto me llevaba lejos del tráfico.
No necesitaba ir a ningún lugar, la propia sensación de conducir resultaba suficiente para relajarme y olvidar, o al menos restar importancia a las situaciones. Cada vez que conducía, mi mente y cuerpo se concentraban tanto en la carretera, que todo lo demás podía esperar.
Acababa de pasar la fábrica de cerámicos en la que Ashby creía que me encontraba ahora mismo, cuando el coche dejó de acelerar.
Pensé que tal vez el motor se había parado, así que frené y traté de arrancar, pero era imposible, debía haberse averiado. Genial, en uno de los peores barrios posibles.
Insistí varias veces sin respuesta, hasta que finalmente me decidí a llamar a una grúa.
El calor comenzaba a agobiarme dentro del coche, así que mientras esperaba a que viniesen a recogerlo decidí salir a tomar el aire.
Me sentía observada, cada ciudadano que paseaba por la calle me miraba como si hubiese salido de otra galaxia. Aquel era un barrio pobre, y probablemente no acostumbraban a recibir visitas.
Decidí que sería de utilidad sacar el spray de pimienta de la guantera del coche. Me agaché a cogerlo y cuando estaba apunto de incorporarme sentí que me agarraban de la cintura. Traté de gritar pero en seguida sentí un trapo con un fuerte olor en mi nariz y todo se volvió negro.
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¡Buenas tardes! Por fin os dejo nuevo capítulo. Sé que he tardado en escribir un pelin, soy lo peor, espero que os guste y eso lo compense :) La cosa se pone tensa, ¿no? ¿Qué creéis que acaba de pasarle a Gea?
Es increíble, pero KG ya va a llegar dentro de nada a las 5.000 lecturas! Me pregunto si las lecturas seguirán subiendo una vez le dé al botón de completada.
De nuevo, como siempre, gracias por votar, comentar y leer, no dejéis de hacerlo.
A mis lectores fantasma, se que estáis ahí, y aunque no comentéis o votéis os estoy muy agradecida. Igualmente, me gustaría escuchar de vosotros.
Un besazo!
–G.Bo
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Killing Gea (hot)
RomanceTras aquella traumática noche, Gea Ross decide que nunca debe confiar en los hombres de nuevo. Se niega a sí misma cualquier sentimiento hacia ellos, excepto el más puro placer sexual. Sus muros se tambalearán cuando conozca a Levi, Ashby y William...