¿Comenzamos?

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Benedict me llevó a su sala de juegos y comenzó a besarme.
-Aquí soy yo el que da las ordenes- dijo con seriedad acariciando mi mejilla- harás todo lo que yo te diga ¿Queda claro?-
-Si- dije con una leve sonrisa.
-Si ¿Qué?- dijo con una sonrisa ladeada.
-Si señor Cumberbatch- dije mordiendo mi labio inferior.
-No hagas eso- dijo besandome violentamente -no sabe lo que provoca en mí-
-Lo siento señor Cumberbath- dije.
-Levanta los brazos- dijo serio.

Alcé los brazos y Benedict me quitó la camisa que llevaba para luego quitarme los pantalones rápidamente.
-Ponte de rodillas junto a la puerta- dijo haciendome una coleta.
-Está bien- dije haciendo lo que me ordenaba.
-Manos en los muslos- dijo antes de que yo le obedeciera- ahora quedate ahí hasta que te lo ordene-

Benedict comenzó a buscar cosas por la sala, podia escuchar como toqueteaba algunos objetos y como lanzaba algo pesado al suelo lo que me hizo dar un ligero bote del susto.
Mi pulso estaba acelerado, no sabía el motivo pero aquella situacción me gustaba.
-Ahora- dijo Benedict -así es como quiero que me esperes cuando te lo ordene-

Poco a poco notaba como pasaba una fusta por mi espalda, aquel suave tacto hacía que mi piel se pusiera de gallina.
-Estira el brazo- dijo Benedict y le obedecí para que el lo colocase con suavidad -Mantenlo así-
-Vale- dije mordiendo mi labio inferior.

LA fusta fue deslizándose con delicadeza por mi brazo y cuando llegó a la palma de mi mano dio un golpe firme, lo extraño era que no me dolía.
-¿Te ha dolido?- preguntó Benedict.
-No- dije mirando la palma de mi mano.
-El miedo está solo en tu cabeza- dijo él -ya te dije que aquí hay más placer que dolor. Ven aquí ¿Recuerdas las palabras clave?-
-Amarillo antes de llegar al limite- dije yendo a su lado-y rojo cuando no pueda más-
-Muy bien- dijo sonriendo para besarme -dame tus muñecas-

Extendí mis muñeca y me las esposó con unas esposas de cuero que tenían dos enganches en los extremos.
Me llevó hasta un aparato y las enganchó haciendo que me quedase con los brazos abiertos y levantados.
-Te vendaré los ojos- dijo Benedict -no te asustes, te gustará-
-De acuerdo señor Cumberbatch- dije antes de que me pusiera un antifaz y todo se volviese oscuro.
-¿Comenzamos?- dijo susurrando a mi oído con su sensual voz haciendo que un escalofrío de placer recorriese todos los rincones de mi cuerpo.
-Si señor Cumberbatch- dije con una leve sonrisa.

Poco a poco acariciaba mi vientre desde mi espalda y besaba mi cuello con suavidad haciendome gemir suavemente.
Sus manos recorrían toda mi figura mientras yo no podía hacer otra cosa que disfrutar de todo lo que BEnedict me hacía.
Sus manos se fueron deslizando hasta mi ropa interior para poco a poco acariciar mi sexo haciendo que me humedeciera cada vez más. Mis gemidos se intensificaron y podía notar como Benedict sonreía mientras continuaba su tarea haciendo que mi cuerpo se viera sumergido en grandes oleadas de placer.
Se deshizo de mi ropa interior y comenzó a devorar mi sexo. Mis gemidos se volvieron más fuertes lo que a él le excitaba mucho más haciendo que su lengua se moviese con más rapidez.
Se puso la protección me tomó de la cintura y me penetró con fuerza haciendo que gimiese aún más fuerte pero me calló con un apasionado beso.
Mis piernas rodearon su cintura haciendo que me penetrase aún más, sus movimientos eran intensos y poco a poco eran cada vez más rápidos, aquello estaba siendo increible.
Notaba el aliento de Benedict sobre mis labios, su respiración agitada, su pulso acelerado y como me miraba fijamente mientras se derretía de placer al igual que yo.
LLEgamos juntos al orgasmo, fue impresionante.

Benedict salió de mi con cuidado y me quitó el antifaz mientras me besaba suavemente, ,e quitó las esposas, las limpió y las dejó en su sitio.
Estaba agotada, sentía como si mi cuerpo pesase una tonelada pero merecía la pena después de un momento tan intenso como lo había sido aquel. Si todos los juegos iban a ser así sin duda estaba dispuesta a jugar.
Benedict vino a mi lado con una botella de agua y me la ofreció sentándose a mi lado en la enorme cama.
-Te dije que te gustaría- dijo aún con la respiración agitada y una sonrisa ladeada mientras soltaba mi cabello -creo que por hoy ya es suficiente-
-Está bien- dije antes de beber un poco de agua.
-Ponte esto- dijo dandome un albornoz de color rojo -te llevaré a tu habitación-

ME puse el albornoz y lo até a mi cintura con un lazo, me quedaba algo grande pero no me importaba.
Luego Benedict me tomó entre sus fuertes brazos, pasé mis brazos alrededor de suelo cuello para no caerme contemplando su perfecto torso desnudo, el cual tenía algunas marcas extrañas aunque casi no se notaban.
Llegamos a mi habitación y me tumbó con suavidad en la cama.
-Descansa un rato- dijo acariciando mi cabello -cuando esté preparada la cena te vendré a buscar-
-Vale- dije sonriendo con suavidad.

Sus labios se posaron sobre mi frente y se encaminó hacia el salón cerrando la puerta tras de si.
Me puse mi pijama y estaba tan cansada que no tardé mucho en dormirme con una sonrisa en mi rostro.
No sé cuanto tiempo pasó desde que me dormí pero antes de despertarme noté unas suaves caricias en mi mejilla y un delicado beso sobre mis labios.
-Despierta bella durmiente- dijo Benedict con una sonrisa -la cena ya está lista-
-Hola- dije con una sonrisa al ver su hermoso rostro junto al mío-
-Vamos la cena se enfría- dijo besando mi mano y ayudándome a levantarme.

Bajamos a la cocina tomados de la mano, había preparado Spaguettis con salsa de tomate y carne, la verdad tenían una pinta deliciosa.
-¿Los has hecho tú?- dije mirándole.
-¿Qué te crees?- dijo con una leve risa -no es mi hermano el único que sabe cocinar en la familia-
-Está bien te creeré- sonreí y luego nos dimos un suave beso.

Después de la cena Benedict me llevó a mi habitación me dió un apasionado beso y se fue a la suya.
LE suplique que se quedase pero no me hizo caso, no entendía por que no quería dormir conmigo pero aquello era una simple preocupación de nada.
ME tumbé en la cama de nuevo y volví a quedarme dormida con otra enorme sonrisa en mi rostro mientras pensaba en aquel momento que había vivido con Benedict Cumberbatch en su sala de juegos.

Oscura tentación (Benedict Cumberbatch y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora