El ascensor

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Narras tú

Por suerte el avión aterrizaba, pero Benedict no podía aguantarse más.

Bajamos del avión todo lo rápido que pudimos para encontrarnos con Max.
Benedict atrapó mis labios en los suyos con una tremenda pasión desenfrenada, los besos se deslizaron a mi cuello donde se transformaron en suaves mordiscos juguetones.
-Max- jadeó Ben -toma un atajo por favor-
-Si señor Cumberbatch- confirmó el chófer.
-Relájate cariño- dije cuando volvió a abalanzarse sobre mí para besarme.
-Vas a disfrutar tanto- dijo en mis labios -que no podrás hablar en dos semanas-
-Eso ya lo veremos señor Cumberbatch- sonreí pícaramente.
-¿Eso es un desafío?- respondió atrapando mi labio inferios entre sus dientes.
-Puede- sonreí.

No tardamos mucho en llegar al garaje de su apartamento, mejor dicho nuestro apartamento.

Una vez en el ascensor, mi espalda golpeó la pared mientras todo el peso del cuerpo de mi marido apretaba mi pecho haciendo que una ola de calor subiese por todo mi cuerpo. Mis labios se unieron a los suyos en un tremendo ataque de pasión incontrolable mientras su cadera se unía aún más a la mía. Las manos de Benedict comenzaron a dibujar el contorno de mis caderas deslizándose, con suma delicadeza, a mis rodillas haciendo que, hábilmente, saltase para enredar mis piernas en su cintura en un apasionado beso.

Rápidamente apreté el botón de parada del ascensor entre dos pisos, ya que no quería que aquello terminase aún.
-Voy a tener que castigarla señora Cumberbatch- sonrió Benedict con lascivia.
-¿He hecho algo malo?- dije con una fingida inocencia y una sensual sonrisa.
-Oh si- dijo azotando mi nalga derecha haciendo que soltase un gemido -y empezaré por vendarle los ojos y amordazarla-

Una pequeña risa se escapó entre mis labios para luego él dejarme en el suelo y así desatar mi pañuelo y atar mis muñecas a la espalda mientras mordía mi cuello haciendo que otro gemido se escapase de mi boca.

Cuidadosamente desaté su corbata azul marino y se la ofrecí como si de un diamante se tratase.
Lentamente deslizó la prenda sobre sus ojos y la ató firmemente teniendo precaución de no hacerme daño.

Sus labios se deslizaron sensualmente desde mi cuello hasta mi oreja derecha donde comenzó a susurrar.
-¿Recuerdas las palabras mágicas?- dijo mientras pude notar una inmoral sonrisa en sus labios.
-Rojo y amarillo. dije para morderme el labio sonriendo.
-No hagas eso- dijo empotrándome de nuevo contra la pared haciéndome gemir -o me obligaras a ser muy malo contigo-
-Puede hacer conmigo lo que quiera señor Cumberbatch- dije presa de la excitación.
-Bien- dijo para atrapar mis labios con fiereza mientras sus pantalones y sus boxers caían al suelo.

Desabrochó mi blusa y comenzó a morder mis pechos con suavidad haciendo que aún estuviese más excitada. Pronto apartó mis bragas para penetrarme haciendo que otro fuerte gemido saliese de mi garganta.
Sus movimientos comenzaron lentos y fueron aumentando de velocidad y rudeza haciendo que los gemidos comenzaran a ser gritos de placer acallados por mi mordaza y su mano que aprisionaba mi boca para que no se escuchase.

Cuando llegamos juntos al orgasmo, el sudor bañaba nuestros cuerpos y nuestra respiración estaba entrecortada.

Benedict se deshizo de mis ataduras, tomó mis mejillas y volvió a besarme con suavidad.
-Te quiero (T/N)_________- sonrió.
-Y yo a ti Benedict- dije para volver a besarle con dulzura.

Una vez nos arreglamos, volvimos a poner en marcha el ascensor al apartamento.
Allí la señora Francis se encontraba con un chico joven y muy apuesto acompañado una mujer bajita con aspecto robusto.

Una sonrisa se dibujó en sus rostros al vernos.
-Enhorabuena señora Cumberbatch- dijo la señora Francis para abrazarme.
-Gracias- dije correspondiéndoselo con una enorme sonrisa.
-John Clarke señora Cumberbatch- habló el hombre estrechando mi mano con una sonrisa -y esta es mi compañera Carol Parks-
-Encantada señora- dijo la mujer para estrechar mi mano.
-Igualmente- respondí con una sonrisa.
-Serán tus nuevos guardaespaldas- sonrió Benedict con una mano en mi espalda -con todo este asunto de Richard es mejor prevenir-
-¿No será demasiado?- pregunté extrañada.
-Apenas nos notará señora Cumberbatch- dijo Carol con una sonrisa -será como si no estuviéramos con usted-
-Permítame que lo dude- dije -pero será cuestión de acostumbrarme supongo-
-¿Dónde está nuestro hijo?- preguntó Benedict.
-Con sus padres señor Cumberbatch- sonrió la señora Francis -no tardarán en volver-
-Muy bien pueden empezar mañana entonces- dijo para besar mi mejilla -voy a darme una ducha-
-De acuerdo- sonreí para besar sus labios una última vez.
-¿Quieres un té querida?- preguntó.
-Me encantaría la verdad- sonreí.

Seguí a la señora Francis hasta nuestra enorme cocina y tomé asiento en uno de los altos taburetes.

La mujer puso agua a hervir en una tetera y luego se volteó a verme con una dulce sonrisa en su rostro.
-Cuando tenga tiempo- habló -debemos hablar de como vas a querer organizar la casa-
-¿Perdón, qué?- dije estupefacta ante aquella frase.
-Ya sabe, los menús, la carta de vinos, la decoración que va a querer... todos esos asuntos- sonrió -sé que son muchas cosas que digerir aún y la comprendo señora Cumberbatch-
-¿Podría llamarme (T/N)_______?- supliqué -sé que a Benedict le gusta que le llamen por su apellido pero a mí no me gusta sentirme superior a los demás-
-¿No cree que sería un poco raro si a usted la llamo por su nombre y a él no?- sonrió mientras levantaba una ceja.
-Tiene razón disculpe- sonreí.
-¿Qué les apetece cenar hoy?- preguntó la mujer.
-No se preocupe- sonreí -yo me encargo de la cena para nosotros y mis suegros-
-Perfecto- sonrió -entonces vendré por la mañana-
-Gracias- respondí para abrazarla antes de que se fuera.

Justo al abrir la nevera, escuché abrirse la puerta del ascensor y tres voces muy familiares.

Unos pasos se acercaron a la cocina y una voz femenina llamó mi atención.
-¡Mira quien está aquí!- dijo Wanda haciendo que mi hijo se voltease y comenzase a gritar y reir al verme.
-¡Hola mi amor!- dije agarrando a Timothy de los brazos de su abuelo -¿Cómo has crecido tanto?-
-No puede ser siempre un bebé- respondió mi suegro -se parece mucho a Benedict cuando era bebé-
-Si- dije besando su cabello rubio -¿Extrañaste a mamá?-
-Seguro que más a papá- dijo Benedict que apareció con el cabello húmedo una camiseta blanca y unos vaqueros.
-Hijo ¿Puedes ponerte unos zapatos?- replicó mi suegra.
-No en mi casa mamá- rió para agarrar a nuestro hijo haciéndole reír -¿Cómo está mi campeón?-

El pequeño soltó una risotada y Benedict besó su mejilla para estrujarle entre sus brazos con una enorme dulzura, definitivamente tenía mucha suerte de que él fuese el padre de mi hijo.

Oscura tentación (Benedict Cumberbatch y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora