Periodistas

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Narra Benedict

A pesar de estar en los Ángeles alejados de todo el ajetreo que abarrotaba Londres tras aquella noticia, los periodistas no dejaban de acosarnos.
No solo por el juicio, también por el estado de mi prometida.
Intentábamos mantenernos lo más tranquilos que podíamos, pero con esos buitres acechándonos en casa esquina no podíamos.

Aquella mañana decidimos ir a disfrutar del buen tiempo, pues hacía un sol radiante, y fuimos a la playa menos conocida posible para evitar molestias.
Cuando nos bajamos del coche, tomé a mi prometida en brazos y la llevé a la arena.
-¡Para!- chilló mientras reía.
-No- dije dejándola sobre la arena para ponerle su toalla -ya sabes que no debes hacer esfuerzos-
-Tampoco debo dejarme llevar por el estrés- respondió con una sonrisa -y tampoco es que podamos estar tranquilos-
-Debemos aprovechar las últimas horas que nos quedan- suspiré -mañana tengo que verles la cara a esas arpías-
-Shhh- dijo acariciando mi nuca -voy a estar contigo-
-Tengo miedo de que te hagan daño- suspiré.
-Que se atrevan- dijo ella seria -se arrepentirán-

Tomé sus mejillas con una sonrisa y la besé con suavidad.

De pronto mi móvil vibró con un mensaje.
Damien quería que nos encontrásemos antes del juicio para repasar lo que habíamos hablado antes del juicio.

Para cuando llegamos a Londres, era la mañana del del juicio.
Al salir del aeropuerto, los periodistas se arremolinaban en la entrada esperando a que respondiese a sus preguntas, pero no iba a darles ese gusto.

A pesar de que nos dificultaban el paso, mis guarda espaldas pudieron abrirnos paso hacia nuestro coche, el cual fue escoltado hasta el apartamento de mi abogado.
A pesar de que él insistía en que (T/N)___ debía subir al estrado, no quería que ella se convirtiese en el blanco de esas brujas.
-Damien- dije interrumpiendo el testimonio -no creo que sea buena idea-
-Si quieres librarte de la prisión- respondió -ella es nuestra mejor baza-
-¿Y luego qué?- protesté -¿Qué ella se convierta en su blanco? Ya lo fue una vez y no voy a consentir que se repita-
-Ben- dijo (T/N)_____ con una sonrisa -no pasará nada ¿Vale?-
-No cielo- suspiré -esas mujeres están más locas de lo que piensas. Podrían matarte-
-Si es por ti- dijo tomando mis mejillas -dejaría que lo hiciesen un millón de veces Ben. No quiero que nuestro hijo tenga que ver a su padre detrás de unos barrotes, ni tampoco que me alejen de mi futuro marido solo por las artimañas de un grupo de locas-
-¿No desistirás nunca verdad?- dije con una suave sonrisa.
-Ya sabes que no- dijo para besar mi mejilla.

Una vez terminamos el ensayo, los tres nos reunimos en el garaje con mis guardaespaldas y mi chofer.

Nos subimos en un coche de cristales tintados para que los periodistas no empezasen a tomar imágenes.
Al salir del vehículo, los flashes, micrófonos y cámaras nos rodeaban.
Los guardaespaldas fueron abriéndonos paso hasta la puerta de los tribunales.

Damien y yo tomamos asiento en nuestro lugar y (T/N)_____ se sentó justo detrás entre parte del público asistente.
Poco a poco fueron apareciendo todas y cada una de mis antiguas sumisas que vestían de una forma impecable.
Todas se mantenían serias, excepto la señorita Black que se había sentado con su hija en mi defensa,  y comenzaron a mirar mal a mi prometida, la cual se mantenía totalmente serena y les dedicaba una cínica sonrisa.

Me encantaba ver como sabía mantener las formas en aquella situación y como las caras de esas brujas resplandecían de odio cuando yo posaba un beso en su mejilla.
-Todo saldrá bien querida- dije tomando su mano.
-Lo sé amor- respondió con una sonrisa poniendo cara rara.
-¿Estás bien?- pregunté acariciando su vientre.
-Si- dijo con otra suave sonrisa -es solo que se mueve mucho-
-Se está tensando un poco- dije notando que su vientre estaba algo más duro de lo normal.
-No es nada cielo- dijo ella.
-¡En pie!- dijo un hombre rubio y muy alto -¡Preside este tribunal el honorable juez Steven Johnson!-

Todos nos levantamos del asiento al ver como un hombre de unos 65 años, con túnica negra se sentaba en el lugar del juez.

El hombre depositó una carpeta en la mesa y se puso unas gafas de color negro.
Abrió la carpeta y comenzó a hablar.
-Benedict Timothy Carlton Cumberbatch- dijo mirándome directamente -ha sido acusado de pedofilia y abuso de varias mujeres. ¿Cómo se declara?-
-Me declaro inocente señoría- respondí con seriedad.
-¿Desea la defensa comenzar?- preguntó a Damien.
-Por supuesto señoría- dijo Damien ajustando su corbata y saliendo a exponer mi caso -quiero demostrar ante este tribunal la inocencia de mi cliente, el cual se ha visto involucrado en este escándalo de una forma injusta. Todo esto ha surgido debido a los celos de varias mujeres, ¿Por qué?, porque mi cliente se ha prometido con una extraordinaria mujer dejando de lado a muchas otras antes que ella-

Damien se acercó a nuestra mesa y tomó una carpeta llena de documentos.

Volvió a posicionarse en el centro y levantó la carpeta en alto.
-Esto que tengo en mi poder- habló -son múltiples contratos firmados por cada una de estas mujeres aquí presentes señoría. En ellos se recogen una serie de premisas sexuales que las mujeres debían cumplir, siendo todo ello validado por un abogado aquí presente y firmado por el puño y letra de las damas. Esto quiere decir que todo lo que mi cliente hizo con ellas ha sido legal y con el consentimiento de las supuestas víctimas. Ahora si me lo permite, voy a llamar a algunas de ellas al estrado para que den su visión de los hechos-
-Proceda- respondió el juez tomando la carpeta de los contratos para revisarlos uno a uno.
-Llamo al estrado- dijo Damien -a la señorita Rebecca Franklin-

Una mujer rubia de cabello rizado, cuerpo de súper modelo digno de cualquier pasarela vestida con un vestido ajustado de color rosa fucsia y tacones de aguja tomó asiento en el estrado.

Oscura tentación (Benedict Cumberbatch y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora