Bebes en camino II

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Luego de asegurarme que Bastián durmiera, me fui otra vez a la sala de espera.

- ¡Antonella! – grita alguien en la entrada.

- Akira – dije cuando la vi. Me levante y la abrace.

- Creí que no te gustaba el contacto humano – dijo –. Pero me alegro de verte, no creí verte pronto.

- Ni yo, siendo sincera. Déjame adivinar, ¿Dónde está Bastián? Él está dormido, ya que no se tranquilizaba. ¿Te llevo con él?

- Por favor.

Caminamos hasta el cuarto, donde Bastián seguía dormido.

- No me habían dicho nada de ustedes – dije llamando su atención.

- Bueno... Es que... Aun no es oficial, lo estamos intentando – dijo nerviosa.

- ¿Okey? Es posible que despierte alterado, estaba amenazando y alegando que no lo hiciera.

Regrese a la sala de espera donde ya estaban todos.

- Hasta que por fin llegan.

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- ¡Ya nacieron! – exclamo una enfermera acercándose a nosotros –, son un niño y una niña, pero, lo lamentamos aun no pueden pasar por medidas de seguridad. Los 4 están bien, el joven Pussett sigue durmiendo – dijo y se retiró.

- ¿Cómo que Bastián está durmiendo? – pregunto Esteban, que fue el último en llegar.

- ¿Antonella? – dijeron todos al ver que nadie decía nada.

- Lo mande a dormir. Pensaba con un golpe, pero dije: No pobrecito, que no reciba a sus hermanitos con la cara golpeada, así que le di un tranquilizante y... Como que le hizo muy bien su efecto – dije en voz baja.

- ¿Es eso o le diste de más? – pregunto Alexandra.

- Nadie sabe. ¿Alice puedo hablar contigo?

- Claro – dijo y nos alejamos.

- Iré al grano. ¿Cómo esta Percy?

- Enojado y peleado con ustedes.

- Eso ya lo sé, pero...

- Está bien, me dijo que no te dijera nada, pero sé que no dejaras de insistir...- la interrumpí antes que pudiera seguir hablando.

- Es mi hermano, y aunque él no quiera, siempre me preocupare por él.

- Él sabe eso, de hecho, piensa en cómo te va a ignorar sin hacerte daño o a él mismo, eres a la que más le cuesta alejarse. Tranquila si pasa algo malo, te avisare.

- Gracias – dije y regresamos con todos.

Ya había pasado mucho tiempo, las chicas estaban dormidas, Akira seguía con Bastián – como que van en serio con su relación – Viktor fue a la cafetería y ahí se quedó, mientras Esteban y Sebas estaban pensando ir a fumar afuera del hospital.

- ¿Los puedo acompañar? – les pregunte antes que salieran de la sala de espera.

- Claro.

- ¿Antonella, no crees que eres muy chiquita para fumar? Te dañaras los pulmones – dijo Sebas cuando ya habíamos salido del hospital –, y vas a fumar mandrágora, para variar.

- Te recuerdo que fueron ustedes los que me enseñaron a fumar, y tú me dijiste "La mandrágora es la mejor".

- Es cierto – dijo Esteban riéndose.

La Weasley diferente y en DurmstrangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora