Papá y San Mungo.

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- Señorita Weasley, me han pedido que le notificara, que el hospital San Mungo, nos ha mandado el informe de sus ingresados y egresado – me dijo alguien en la oficina central.

- ¿Por qué?

- Tenemos la distribuidora de pociones más grande del mundo, por lo que anotan que pociones le han dejado a quien y el diagnóstico para que un profesional mande las que crea necesarias para el paciente. El señor Silver la considera a usted capaz de esa labor, por lo que, usted se encargara de eso – dijo dándome una montaña de papeles y el paso para ir a mi oficina.

En la oficina me senté y puse la montaña de papeles en mi escritorio, todo iba bien hasta que leí: Arthur Weasley.

¡¿Cómo que Arthur Weasley?! ¿Acaso hay otro "Arthur Weasley"? ¿Cómo me escapo? ¿Cómo voy a comprobar que si sea él? No me puedo desaparecer, así como así, podría perder el trabajo, pero es mi padre.

Segura que es tu padre, ¿Debo recordarte todo lo que has soñado? O ¿Qué cada vez tu nombre suena más irreal?

Salí de la oficina con la excusa perfecta.

- ¿Señorita Weasley, en que la puedo ayudar? – pregunto el señor Silver.

- Para saber que pociones debemos mandar a San Mungo se me ocurría que porque no ir en persona.

- Nunca nadie lo ha hecho. Me parece una idea fantástica. Puede ir a San Mungo, si puede ahora mejor.

Ya con el permiso del señor Silver, fui por mis cosas, los papeles que tenía que revisar y por medio de los polvos flu, me fui a San Mungo.

- Buenas tardes, ¿La puedo ayudar en algo? – dijo la bruja que atendía el mostrador.

- Si, ¿Me podría decir, donde puedo encontrar a Arthur Weasley?

- Se encuentra en la primera planta, segunda puerta a la derecha, Sala Dai Llewellyn – dijo luego de ver la lista que tenía.

- Perfecto, gracias.

Busqué donde me habia indicado que estaba papá, antes de entrar salió el medimago encargado de él, por lo que preferí no entrar aún.

- Disculpe, Antonella Weasley, jefa del departamento de medimagia en el ministerio de Bulgaria – dije mostrándole el documento que me dieron, para probar mi puesto –, ¿Me podría dar toda la información sobre Arthur Weasley?

- Claro, si me acompaña a mi oficina para hablar.

- Claro.

Estuvimos hablando durante un tiempo, me dijo que habia pasado, que le habían administrado y que pensaban para seguir su tratamiento. Él se tuvo que retirar porque lo llamaron para atender otro paciente. Salí de su oficina y me encaminé al cuarto donde estaba papá.

- ¿Por qué no pueden quitártelo, papá? – le pregunto Fred.

- Porque cada vez que lo intentan, empieza a sangrar – dije adentrándome en la habitación –, por lo visto los colmillos de la serpiente contienen un veneno que hace que las heridas no se puedan cerrar. Aunque los medimagos dicen que encontraran el antídoto, mientras papá solo debe beber la poción de reabastecimiento de sangre cada hora. Papá, me alegro que hayas salido vivo, no sabes lo preocupada que estaba.

- ¡¿Antonella?! – dijeron todos.

- Si, ¿Qué? ¿Creían que no iba a venir?

- Sí, tú sigues en horario de trabajo.

La Weasley diferente y en DurmstrangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora