Mi mundo

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- Vámonos – me dijo Draco, agarrándome la mano, para que no me perdiera.

- ¿Estará bien? – inevitablemente me sentía un poco mal por Harry –. Perdóname, es solo que ya me acostumbré a tenerlo en casa de los Weasley.

- Sí, lo único que puede pasar es que no venga. Tan malo tampoco soy.

Ambos nos dirigimos a donde estaban algunos profesores y aurores terminando de revisar las cosas de todos los estudiantes. Donde preferimos quedarnos de último para que menos personas nos vieran.

A lo lejos estaba Snape – quien ya sabía todo y era nuestro cómplice, aunque no le agradará del todo –, quien tenía orden de interceder si algo se salía de control o tanto el como yo lo creyéramos necesario.

Aunque gracias a Merlín la verdad no pasó nada, nos dejaron entrar. Y cuando íbamos caminando hacia el gran comedor. Llegó un patronus.

- Tengo a Harry. Lo acompañaré. Espérenlo en la entrada

Esa era la voz de Tonks – gracias al cielo lo encontraron –, pero era un lobo, antes no lo era... nuevo patronus... lobo... Remus. Esos si que, o estaban enamorados o se traían unas ganas intensas. Siempre lo supe, ahora tengo que hacer funcionar la poción. Porque ya vi que no va a ser algo pasajero.

- Iré yo por él. Vayan al gran comedor, así nadie sospechará nada.

Y ambos sin hacer reproche seguimos sus instrucciones.

El gran comedor esta justamente como lo recordaba desde la última vez que estuve aquí, solo que, a diferencia de esa vez, ahora estaba mucho más colorido y sin tantas – ninguna – tela negra. Extraño Durmstrang, es completamente lo opuesto a esto.

La selección de los estudiantes de primer grado empezó poco después que nosotros entráramos en el comedor. La verdad de pequeña soñaba con que me tocará eso, saber a qué casa iba – Pero también tenía miedo, sabía que yo no iba a parar en Gryffindor. Hubiera decepcionado a dos familias –. La verdad, del grupo de Draco, nadie – Y me incluyo – le prestó atención, simplemente nos dedicamos a ver quién podía comer más y a servirnos de todo lo que se nos puso en frente.

Harry apareció a los minutos que la selección hubiera terminado. Con sangre seca en su cara.

Suertudo, no tuvo que escuchar tremendo discurso, digno de un premio, pero para el aburrimiento.

Al terminar todos nos fuimos y ellos me enseñaron el camino para las mazmorras y a donde definitivamente no tenía que ir. Al entrar, Pansy dijo que en su dormitorio había una cama vacía que podía ocupar sin ningún problema. Por lo que nos despedimos de los chicos y las dos nos fuimos a nuestra nueva habitación.

- ¿Y qué te parece Hogwarts? – quiso hacerme plática la chica.

Yo ya conocía a Pansy y ella a mi, pero ella no sabía que era yo.

- Diferente. De pequeña siempre soñé con venir aquí, pero por caminos de la vida, terminé en otra escuela. La verdad es que no sé si me gusta o no, porque lo tengo súper romantizado, pero por el otro lado, ya estaba acostumbrada a la escuela.

Y aunque ambas teníamos la intención de dormir, nos quedamos hablando toda la noche. De temas triviales y sin sentido, pero que al final pues crean un ambiente de confianza, que es justamente lo que yo necesito, para asegurarme que ninguno de ellos tenga muchísimos problemas con él.

Aunque claramente, no fue buena idea.

A la mañana siguiente, tenía mucho sueño, pero como no queremos levantar sospechas, me toca ir a clases, lo único bueno es que decidí que solo iría a pociones y a defensa contra las artes oscuras (Quiero hacer rabiar a Snape y divertirme un poco viendo cómo se aprende a combatir lo que me han enseñado toda la vida), fuera de eso, me dedicaría completamente al armario... ¡Ah! Y a hacer de cupido.

La Weasley diferente y en DurmstrangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora