Capítulo 16 La lucha final: Parte 1.

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Con los orígenes en sus memorias, estaba Jsviel resaltando con su máximos esplendor de estado de calma en la batalla.

No quería llevar su lucha en campo abierto. Porque pensaba que no era adecuado para ella.

Más, sin embargo, sabia que si lo hacia seria muy fácil. El entorno le facilitaría las cosas para ella. No sabía si era por orgullo o por estrategia. Así que viendo como las serpientes gigantes luchaban con el ejercito de las dos empoderadas sonrió.

Testiguándolas dejo que las dos se abalanzaran primero. Alizes fue primero, lanzó un ataque algo desprovisto de experiencia y limitado por su poder de Psicometría.

Ella saca la cuchilla de la guadaña y la agita contra el cuerpo de Jsviel; pero esta solo la esquiva en un movimiento de contorsionismo. Alizes se ve sorprendida, pero el siguiente golpe fue lanzado por Rubí que concentró fuego en su mano y trató de golpearla en el rostro. Pero esta, tan solo lo esquiva, y con su palma derecha levanta una ráfaga de viento que golpea el cuerpo de Rubí lanzándola hasta los pies de Alizes.

— Como lo imaginaba, son inexpertas en combate—Dice Jsviel algo presumida con su capacidad de pelea—. Alizes arremete de nuevo contra ella, pero esta tan solo evitaba sus pasos predecibles y algo lentos. No se podía desacreditar los intentos de Alizes de pelear, porque ella daba todo de sí en sus ataques y movimientos. Pero lastimosamente para Jsviel tan solo era un inútil intento de pelea al punto de que se molestó con ella.

— Que decepción— gritó la matriarca Jsviel—, Muéstrame tu poder diosa. Se supone que eres un ser supremo, ¿Dónde está tu poder, demuéstralo? —Entonces, desembocando su ira en fastidio, alejo a Alizes de una patada dirigidolo en su abdomen. Pero Alizes al tener su campo de fuerza lo único que hizo fue deslizarse por la nieve sin sentir dolor.

— Interesante, tienes un campo de fuerza— Exclamo Jsviel intrigada.

— Rubí— susurra Alizes algo angustiada, — Mis ataques no funcionan, tenemos que pelear juntas y al mismo tiempo.

Rubí, era tan solo una niña con mucho poder. Sin una pisca de habilidad. La única cualidad destacable: era su arrogancia y su belleza. Algo común para su raza, pero lo que resaltaba en su personalidad era su perseverancia, el tratar de conseguir su objetivo costara lo que costara. Y siendo la Dominata, rogó a su esposo tener un ejército privado como Alizes. No descansó hasta que ella misma con sus influencias pudo conseguir un ejército decente y bien dotado. Aun, sí su marido le prohibiera intervenir en la guerra, o, aunque la encerrara para que no luchara, ella sabia que era una mujer de sangre real, que el fuego corría por sus venas, que como muchas ella tenia que ser la mejor y la mas poderosa. Pensaba que era el pináculo de su raza. Como la fémina perfecta de la casta roja tenía que demostrar que todos esos pensamientos eran ciertos. No solo palabras o títulos, ¿Qué podía hacer encerrada en un palacio? O ¿cómo podía dar testimonio de su valía si no podía demostrarlo?

Aun no se sabía si la movía su arrogancia para con su patria, o su deber como raza, el vengar a los suyos. Eran sentimientos encontrados y difíciles de percibir, pero fuera como fuera Rubí estaba extasiada, estallada y encendida literalmente en un fuego que hacía que los ejércitos sintieran su calor. Las serpientes que defendía la ciudad de Frotzland sentía una leve llama en el campo de batalla.

Igual se sentía Jsviel que se extasiaba de la emoción, serian sus primeras rivales a enfrentar después de todo ese aburrido entrenamiento que tuvo con madame Chi y Lu Bei. Así entonces se dirige a ellas:

— ¡No pelearemos aquí, síganme si quieren una verdadera lucha!

Jsviel se transporta a la cabeza de una de sus serpientes que la llevan hasta la cúspide de su castillo.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora