Capítulo 23 La lucha final: Parte 8.

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Alizes y Rubí se igualan en velocidad y fuerza. Y juntamente contratacan.

La pelea se intensifica con fuego y hielo, los golpes de Alizes incrementan e igualan la habilidad marcial de Jsviel.

Esta ya se mostraba cansada por la persistencia de las dos chicas; y aunque Jsviel se mostrara fatigada; no disminuía su aguante marcial, y se esforzaba por darles pelea a las dos. En el fulgor de la contienda Alizes llama con su telequinesis la espada de Rubí y a Parom que congelados dentro del castillo derriten el bloque de hielo y salen disparados de la torre.

Alizes recoge en medio de la lucha el báculo que giraba en el cielo. Viendo esto Jsviel crea con su mano de la nieve a su alrededor la espada Aldebarán para detener la guadaña dirigida a su cabeza.

Si embargo Alizes le grita a Rubí que tomara su espada que también se dirigía a ella girando en lo cielos, y captando las palabras de su aliada toma la espada y la enciende para atacar a Jsviel que detiene su avanzada con una pared de hielo. La matriarca se deshace del ataque de Alizes y rodea la pared de hielo para atacar a Rubí con sus flamas encendidas.

Jsviel se deshace de Rubí alejándola con una patada y retiene de nuevo un ataque de Alizes que la repele con su espada de hielo. Estas se encarna una lucha de espada y guadaña tratando buscar miembros para cortar entre ambas armas. Pero la habilidad de Jsviel es superior cuando esquiva la espada de Rubí, y la guadaña de Alizes.

La pelea seguía, pero ya Alizes no podía aguantar más y Rubí se estaba gastando. Es entonces que como su último recurso podía liberar energía golpeando el suelo con Parom y creando un domo amarillo que lanza a Rubí y Jsviel a varios metros de ella. Y aprovechando ese lapso de tiempo muerto recrea el puño con energía en su guantelete y lanza un uppercut que desbarata la defensa de Jsviel: y rompe el escudo de hielo que había formado segundos antes del impacto. Los árboles cerca de la batalla se rompen y un viento caliente dobla las copas de los árboles contiguos y la matriarca es enviada de nuevo a la torre donde Rubí impulsada con fuego ataca con un puñetazo a la niña nívea que es enterrada en la torre que impactan dos pisos de la atalaya principal de la sala de trono donde fue la pelea inicial.

Alizes cae cansada. Sus cabellos azules que brillaban caen como hebras mortales cubriendo el rostro sudoroso y apaleado. Rubí aterriza en el techo de la torre atisbando el enorme hoyo en los pisos donde el polvo y la escarcha se mesclaban impidiendo atestiguar el estado de la matriarca.

Rubí no detecta ningún movimiento y calmada deja de brillar con su fuego y mira desde la altura todo el valle la pelea de la serpiente y el ejército de ambos equipos. También busca con su mirada Alizes: un punto a lo lejos retirada de la lucha en el otro extremo fuera de la ciudad. Se cerciora de nuevo algún movimiento de la matriarca y no nota ninguna señal de vida si no el movimiento ascendente de la polvareda.

El cuerpo de la dominata siente poco a poco el peso de usar el cien por ciento de su poder y registra un gran dolor muscular por no tener ningún entrenamiento físico. Cae cansada mientras resopla por el cansancio, su cuerpo emana una estela de vapor y humo evidenciando un daño evidente en su armadura caliente y destruida.

La matriarca se despierta. Al abrir sus ojos se encuentra con un punto de luz tenue proveniente del piso destruido arriba suyo. El polvo opaca la luz y es cuando recuerda que está en una pelea. No esperaba ese golpe tan de repente y siente un gran dolor en su espalda y empieza escupir sangre. También siente como sus brazos arden por las quemaduras del último golpe de su opuesta. Casi no se puede mover y lo único que escucha son las piezas rotas del bloque que había destruido al caer. Y mira de nuevo el techo donde provenía la luz y recuerda a su madre.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora