Capítulo 5 Desierto de las lamentaciones.

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¿Sabes por qué le dicen "desierto de las lamentaciones"? No es porque uno se lamente al llegar ahí aunque eso suceda; es más bien porque cuando estas solo en el desierto, el viento en vez de silbar, lo que hace es sonar como un quejido, o un lamento, de ahí su nombre. Te atormentas en esa soledad escuchando quejidos de un viento pensando que es de alguien que ha venido ayudarte o que está pasando por la misma situación que tú.

Un barco dorado, se detiene en medio del desierto.

El Ereiser me apunta con una lanza y me dice que baje por la cuerda.

Yo bajo con precaución y 3 Ereiser bajan conmigo para asegurarse de que empezará a caminar, había cañones apuntándome, y guardias con flechas.

Uno de ellos dice:

— Oye maldito, es mejor que empieces a caminar.

Yo tenía mi pierna derecha facturada por causa de la tortura, y cojeaba con gran dolor. Entonces al ver mi pobre progreso al andar, el Berserker grita a los demás.

— Oigan, ¿porque no jugamos algo?, ya que ese pobre infeliz no quiere caminar démosle un incentivo.

— ¿Qué tienes pensado?— Dice el otro Ereiser.

— Lluvia de rayos.

Y todos se ríen al escuchar eso, y alzan sus manos para gritar Tolls y calientan la atmosfera para provocar una tormenta y traer rayos.

Yo al ver eso camino un poco más rápido con mi pierna renca, y todos ellos incluyendo los soldados de la nave como los que estaban en el desierto tardan unos minutos mientras provocan la tormenta, y al tenerla lista gritan y bajan sus manos para hacer caer truenos a donde yo caminaba.

El primero baja por mi lado derecho, y otro cae por mi lado izquierdo. Estaba corriendo con todo lo que podía alejándome más de ellos. Es entonces cuando el Ereiser que propuso la idea le dijo al que manejaba el cañón y a los arqueros.

— ¿Quién es capaz de derribarlo?

— Un momento, si la diosa se entera de esto...

—No te preocupes, le diremos que murió en el desierto, igual nadie sobrevive en este lugar sin agua de manantial.

Yo me alejaba de esa lluvia de rayos que me perseguía, el calor que emanaba me hacía liberar mucha adrenalina y me hacía caminar muy rápido.

EL del cañón prepara, y apunta, para luego disparar. El disparo del cañón me saca volando de ahí, y los arqueros empiezan a disparar.

Ninguna de esas flechas me da, pero yo igual sigo caminando con la pierna adolorida.

El cañón tenía un gran alcance, y las flechas ya no llegaban, así que dejando a un lado el tiro con arco, todos se empeñaban a darme con el cañón. Ya no era uno o dos cañones, era seis y ocho a la vez que disparaban truenos a donde yo me encontraba. Un Ereiser que vigilaba mira a sus espaldas y grita:

— ¡Una tormenta de arena!

Todos los Ereiser se apresuraron a subir y olvidaron el juego que tenían, así que al ver el tamaño de la tormenta el barco inicia su partida a Oru y me dejan a mi suerte.

La tormenta se aproximaba, era un gran monstruo de polvo de color marrón que se comía todo a su paso.

Yo tenía que buscar donde ocultarme, pero todo era arena y ventisca. El gran monstruo marrón me comió y ocultó el sol.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora