Capítulo 18 La lucha final: Parte 3.

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Todos se conmocionan al escuchar semejante grito de horror que provenía del castillo abandonado.

Es entonces que Sort distraído recibe un coletazo de Sifiro que lo deja aturdido, y de nuevo se lanza a morderlo, pero Sort se reincorpora de inmediato y sujeta a la serpiente del cuello con sus poderosas mandíbulas y lo estrella contra un alcor de apariencia oscura y rompe las murallas de roca natural. La serpiente no se queda atrás y se amarra al lobo y lo estruja para asfixiarlo. Pero Sort que media la situación; eriza su pelaje y lastima la piel de la serpiente que no hace otra cosa que invocar a su hermano. Y sin dudarlo un poco Otomandi aparece y con su cola toma del cuello a Sort y lo lanza hacia el valle frente a los muelles de Froztland.

Otomandi se acerca a su hermano que se recompone adolorido por los golpes del huargo negro. De inmediato los dos miran a Sort que se levanta de la caída y se abalanza a toda velocidad contra él; sin embargo, la caballería aparece y crean una jaula de rayos atrapando a las dos serpientes. Estas desconcertadas lanzan su aliento gelido y crean una pared que los separaban de los caballeros y la infantería móvil que invocaban tornados de fuego.

Las serpientes se miran y se acentúan mutuamente entendiendo el plan de separasen y atender a los enemigos por separado, pero esta vez intercambiándose contrincantes. Otomandi toma la lucha de su hermano contra Sort y Sifiro contra los soldados.

Esta vez, Sifiro al contratacar abriga su cuerpo en un manto de hielo para endurecerlo, impidiendo que Sor lo mordiera, y luego muerde con furia la pata delantera izquierda. Trata de aplicarle su veneno, pero la sangre ardiente del lobo y sus anticuerpos bestiales logran sacárselo de su cuerpo, pero esto no impedía que el veneno surtiera un efecto secundario de ácido en su piel, es así comoSort chilla por un instante y quema la herida de inmediato para evitar una infección a futuro o que se convirtiera en un elemento de debilidad para su oponente. De nuevo infla su pecho y lanza fuego que al tiempo es contrarrestado por el aliento de hielo de Sifiro.

Otomandi al mismo tiempo rodea parte de la caballería en tierra y de la infantería rodeándolos con su cuerpo, pero era molestado a pesar de su intento de quitar esas molestosas criaturas del cielo que volaban. Los pegasos de fuego y sus jinetes lanzaban repetidas llamaradas a sus ojos. Es entonces que se le ocurre un plan para combatirlos. Primero sacude su cuerpo alargado para producir una estela de bruma de nieve; mueve su cuerpo alrededor de las compañías que trataban de huir de esa tormenta que el mismo Otamandi estaba produciendo y luego toma con su ondulada cola, arboles. La lanza por el cielo mientras la yeguada se repone, y son derribados por la poca visibilidad que la tormenta producía, los árboles salían de arriba mientras los pegasos trataban de salir de la vorágine y como un tiburón, la serpiente desde abajo engulle a uno de los jinetes y su bestia. Inmediatamente Otomandi repite el proceso y caza a los caballos voladores.

Fredys y Ar Dumis junto con Lcios que estaba muy conmocionado por la batalla se reúnen con los hombres de infantería y caballería que pudieron sobrevivir a la barrida de la enorme víbora blanca.

— ¿Dónde está Supremis Orc? —Pregunta muy agitada Fredys mientras baja de su corcel.

— Debe estar del otro lado de la muralla de hielo, si escapó debe estar por el bosque... —Responde tosiendo Lcios—. La maldita víbora ha separado nuestras fuerzas, no podemos combatirlo así. Lcios cae sentado en la tierra negra cerca al bosque. Ar dumis llama a todos los que ve para reincorporarlos a su fuerza de combate y mientras eso sucedía, en el cielo Irene Delaver que hace parte de la caballería aérea llega donde estaba Fredys, y grita conmocionada:

— ¿Qué hacen aquí? Deberían estar ayudándonos, la serpiente esta bajando el número de Pegasos en nuestras filas, necesitamos su ayuda, maldición.

— Si, eso haremos. Pero la serpiente nos ha dividido, y nuestras fuerzas también han bajado.

— Pues muévanse maldita sea, nos lograra derrotar si no hacemos algo.

— ¡Calmate! —Le dice Fredys a la chica—. Necesitamos un plan.

Fredys, pone su mano en un árbol, piensa, medita y analiza la situación. Luego mira el árbol en donde se había apoyado. Y se unta de la resina que el árbol secretaba y miró todos los árboles el ámbar blanco que estos producían y se le ocurrió una idea:

Inmediatamente silva a su prometido Ar Dumis que cabalgaba en los alrededores para ayudar a los que estaban perdidos. Y entonces cuenta su plan.

— ¿Irene, donde esta Purpurea?

— Está allá arriba, ¿acaso no ves que es la que más ha luchado en todo este tiempo es ella?

— Muy bien, dile esto a tu ama.

Después de comentarle el plan a Irene, sale disparada como una flecha roja y montando su corcel volador llega donde estaba Purpurea.

— ¿Dónde has estado? —dice la potentada roja segunda al mando después de Rubí.

— Lo siento mucho Cavaliera, Fredys la Neguer de la diosa Alizes ha ideado un plan.

— ¿Un plan? Estamos aquí cansados y evitando que esa maldita víbora nos coma.

— Por favor escuche el plan.

— Dilo.

— Tenemos que distraer a la víbora, para que Fredys recupere las fuerzas móviles en tierra, plantaran una trampa en el bosque, y cuando ella lo indique tenemos que juntar todas caballería aérea disponible para hacer un ataque conjunto para que no le quede otra opción a la serpiente que acorralarse en el bosque.

— ¿Cuál es la señal? —Pregunta Purporea.

— Un torbe lanzara un relámpago, ahí tenemos que juntarnos y enviar a la víbora hacia la arboleda.

— Muy bien —responde si vacilación Purporea. Y se preparan para el ataque.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora