Capítulo 12. Mátenlos a todos.

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Esa mañana estaba despejada, las brumas que obscurecían la ciudad se habían ido como una ilusión, y el día se presentaba para darme esperanzas de mi futuro. Mire con mucha atención la portada del libro y sonrío porque ya sabía que esperar.

Y recordé una canción que canta sobre el sol, y la tatarateaba porque estaba tranquila, sin importar lo que pasara no desfallecería, el tiempo ya no me oprimiría, ahora todo era una quietud reconfortante que pareciera que todo se hubiera detenido.

Lo que hice para probar que era una diosa ante este concilio lo valió, por que fuere lo que fuere el resultado, gobernaría a como dé lugar.

Pasó un tiempo de 10 minutos y Mlroise abrió la puerta, ella me indica que entrara y escuchara lo que el concilio me tenía previsto.

Todos estaban puestos en sus lugares.

Yguest dice:

— Alizes, se nos fue recomendado hacer una votación unísono por petición del octavo, los votos fueron 4 a favor y 3 en contra. Pero como el concilio tiene que dar una decisión unánime para declarar una sentencia, recurriremos a la última instancia de este concilio, y es dejarlo en manos del octavo, octavo por favor preséntese a este concilio y denos su última palabra.

Yo no sabía quién era el octavo, la noche anterior no le pude ver así que no sabía quién podría ser.

Pero luego la gran sorpresa fue que el hombre de hábito negro subió al estrado y se sentó en el octavo asiento.

— ¿Todo este tiempo fue usted, el octavo hombre?— dije muy confundida al estrado.

El octavo me mira y se queda pensando y luego resuelve esto de una vez por todas.

—He visto todas las cosas que has hecho conforme se te ha pedido para tu evaluación, pero serás puesta bajo otra prueba y esta vez será la ultima, tomaras el elemento. Nadie ha podido tocar el elemento, la leyenda dice que solo los dioses pueden tener accesos a ella, así que si tú en verdad eres una diosa deberías poder tomarla sin ningún problema.

— No sé qué es el elemento— Respondí.

— Tu incertidumbre me es muy sorpresiva, aun así probaremos si eres o no lo que dices ser.

El hombre de hábito negro manda a traer el elemento, una roca de aspecto hermoso de color ámbar, de unos 20 o 30 centímetros, traído en una jaula de madera, y sacado cuidadosamente por una pinza cubierta de espuma y colocado en un atril de piedra.

Yo le veía muy desconcertada porque no sabía qué hacer.

— Toca el elemento— Dice el hombre. — No lo haré, no lo haré aquí, no quiero hacer esto en secreto, quiero que todos me vean— Eso no será posible, tu lugar de elección es aquí, no en otro lugar.

El hombre me miraba muy seriamente, pero yo no temía.

— Si confían tanto en que no soy una diosa, podrán lincharme por hacerme pasar por una diosa y ustedes no perderían nada, si lo hacen aquí forzosamente perderían la oportunidad de desprestigiarme frente a todos, además el octavo solo tiene el derecho de decidir cuál será mi prueba pero no tiene el derechos de escoger el lugar, ¿no es así Imperatus Oromus?

El hombre se indigna y ve el rostro indeciso y estimulado del Imperato. Sabía, que si el concilio tenía razón, él podría violarme las veces que quisiera, y no quería perder esa opción, así que dijo:

—Si ella quiere humillarse sola, que mejor que hacerlo en público.

El octavo vuelve la mirada a mí y dice:

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora