Capítulo 3 Lingot y Midas conquistadas.

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Luego de que llevaran a Lereaj, Corevan, y toda su guardia sobreviviente. Encuentran a Ikal sentado en el trono. Y le dice:

— Te dije que nos volveríamos a ver,

— Prometiste, que te irias— Dijo el rey Lereaj.

— Oh, y me fui, ¿acaso no me fui muchachos?

Todos los secuaces de Ikal decían. — ¡O si, nos fuimos!, ¡si, por supuesto!

— Ves, todos están de acuerdo de que nos fuimos.

— Idiota, no me refería a eso. Dijiste que no volverías.

— Bueno, me fui pero volví. Ósea que si cumplí. Una promesa tiene un límite de tiempo. Y no apostamos el límite de tiempo.

— Sí, dije que no volvieras nunca. Y nunca es un para siempre.

— ¿De verdad? ¿Maldita sea, no recuerdo eso? ¿Muchachos ustedes recuerda si él dijo eso?

Los secuaces dudan y unos dicen:

— No lo recuerdo. Bueno, sí. ¡Tal vez, creo! ¡Si dijo eso!, ¡no seas idiota el, no dijo eso! ¡Si lo dijo! ¡Sí creo que él lo dijo jefe!

— ¿Entonces están todos de acuerdo de que él lo dijo?

Unánimemente dicen que ¡Sí!

— Ha, creo que me veo como un idiota ahora. Bueno ya que se le va hacer. Bueno creo que por primera vez rompí mi promesa...

— Maldita escoria, cuando Beith Semesh se entere de esto...

— ¿Quién, el rey de Midas? Te refieres a esto.

Ikal pide a un hombre que le pasaran el costal. Dentro, mete su mano y le dice al hombre subordinado:

— ¿Le cortaste la mano? ¡Pedí específicamente su cabeza idiota!

— Ha, jefe... como pensé que aquella vez con la mujer...

—... con esa mujer fue cosa diferente... ¡ahora no tengo una cabeza que mostrar!

— Oh, no se preocupe también le corte la cabeza esta en este otro costal.

— Pues dámela.

El hombre la pasa la cabeza y dice:

— ¿te refieres a este Beith Semesh?

La cabeza regordeta y barbuda del rey Beith rueda, y aún mantenía su corona puesta.

— ¿Pero cómo?— Se indaga el rey Lereaj.

—Tengo tiempo y estas a puno de morir. Así que te contaré todo...— Ikal se ríe no como en son de burla, si no de alegría porque siempre le gustaba contar sus planes cuando conquistaba al enemigo. Así fue siempre, le gustaba presumir su gran perspicacia belica. Era un genio para la guerra incluso con los Maltuinos, y también en el juego de choupar. (Un juego de mesa modificado para la estrategia, es homologo a nuestro juego de ajedrez)

— Cuando llegamos, enviamos espías a Midas antes de entablar estrategia contra tu ciudad. Y nos dimos cuenta de que todo el regimiento estaba en tu metrópoli para dar apoyo. Y solo dejaron un puñado de hombres en el paso de las palmeras. Así que investigamos quien era su mensajero, o si enviaban carta por algún ave. Y bueno no fue difícil... los mensajes eran llevados por ambos medios.

— Como te atreves... maldito sangre sucia, escoria... — El rey escupía sangre mientras su mirada fijaba odio en Ikal.

— Cuando, desarrollamos el plan de distracción. Sabía que tú me tendrías una trampa. Vi tus movimientos de juego mucho antes de que las ejecutaras. Entonces mandé a que marcaran las distancias requerida para que nuestras catapultas fueran efectivas... Y como una catapulta normal no acertaría en sobrepasar el muro. Mandé a desarma cuarenta de mis barcos para que diseñaran una catapulta con un alcance más largo.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora