Capítulo 3 Prejuicio.

56 6 6
                                    



El viejo me hablaba, pero yo escuchaba ecos, y solo ecos, y tomó mi brazo y me sacudió levemente para despertarme.

— Levántate, Helios ha salido.

El viejo me hablaba de un tipo que se llamaba Helios, pero yo solo le decía:

— No sé quién es Helios pero déjame dormir.

— Hablo del sol, pero en este lugar Helios es su nombre, ven levántate.

De nuevo escuché como revoloteaba, pero algo extraño pasaba por que se escuchaba voces de otras personas, de inmediato me sentía mareada por alguna razón, le quería decir al viejo que no me sentía bien, pero cuando bajaba las escaleras, vi unas personas extrañas, mi vista se tornó borrosa, y de lo poco que pude ver, fue al viejo señalarme para que esas personas me tomaran, y es lo único que recuerdo.

* * *

De vez en cuando abría mis ojos, y sentía el correr de las ruedas de una carreta, y me percaté que era llevada en una jaula, y hombres seguían detrás de la carreta hablando algún dialecto extraño, un hombre al ver que me estaba despertando me dio a beber un agua, pero de nuevo perdí el conocimiento.

* * *

Estaba débil, me sentía sin ánimos, entré en una paradoja de dormir y no dormir, mis ojos veían personas, y se cerraban, y se abrían nuevamente como luchando contra algún poder de sueño, y solo podía ver como un hombre del mismo aspecto al de Lvca manoteaba y discutía con los hombres que me trajeron.

El hombre se acercó a mí y abrió mi parpado, y me veía fijamente entre mi debilidad y mi somnolencia, y me dio a beber un agua que de inmediato me hizo recobrar la conciencia.

Y le arrebaté la bota con el agua, y me bebí el agua, entonces entendía lo que ese hombre me dijo:

— ¡Por los cielos de Calipso, la tormenta de media noche se ha cumplido!, ¡tú debes ser la diosa que se nos manifestó en los mensajes de las tormenta!, ¡rápido traigan a la susurrante, y alisten un banquete, envíen el ave a la ciudad de Oru y avisen que ha llegado, hoy es un día para celebrar!

No entendí nada, pero lo cierto es que el viejo si traía algo entre manos, porque me entregó a estas personas extrañas que no sé quiénes eran.

— Suéltenme, déjenme, ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mí?— yo me sacudía y pateaba a quien se me acercaba, maldito traidor, sabía que ese viejo me vendería, ¡maldición porque tuve que confiar en él!

— ¿Quiénes son ustedes, que quieren de mí, que me van hacer?

El viejo se acerca y me dice:

— Esos ojos, ese cabello, son como el color de su madre Calipso.

— ¿De qué habla?

— Discúlpeme usted su divinidad, mi nombre es Yvco sirvo como Kabter prior a tus principios a y los de tu madre Calipso, siento mucho que mis hombre a mi cargo te maltrataran, estás en la torre de los cielos en el continente de Adroa, pero eso tú ya lo sabias mi diosa, ven conmigo te tenemos un baño preparado con las mejores escancias, y cuando termines de lavarte te tendremos un banquete a honor de tu llegada, hemos traído a la susurrante que pregonó tu llegada para que te sirva como virtuosa y acompañante para tus necesidades.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora