Capítulo 12 Ella y yo.

75 6 2
                                    




Yo llego a la cima de una montaña que tenía vista al océano. Y esta tenia reflejada las lunas en los cielos nocturnos. Y los destellos blancos del agua confinaban un hermoso paisaje romántico.

Al bajar de la lupina, ella se lanza a mí como si no hubiera un mañana y me abraza. Yo no sabía qué hacer. Y al notar que yo no reaccionaba me mira muy seriamente, es entonces que me derrumbo frente a ella y me caigo de rodillas para llorarle. Abrazo su abdomen y lloró un poco. Ella se pone feliz de que por lo menos si sentía su rechazo y acaricia mi cabeza. Pero no solo quería consolación, quería algo más... Es entonces de que me levanto y la beso. Y para mí fue como la primera vez. Porque en ese entonces, en que ella me besó yo nunca lo sentí, no era válido para mis sentidos.

Esta vez no solo lo sentí yo, ella, pone sus brazos lentamente sobre mis hombros y acaricia mi cabello porque también lo disfrutaba.

El beso que tanto esperaba. Y por fin, por fin la tenía en mis brazos. Ella y yo.

Después de eso, la abrazo y me descanso por que toda esa travesía desde que llegue hasta que me capturaron valió la pena. Valió la pena.

Y ella me ve un poco roja porque era la primera vez que besaba de esa manera.

Y la luz salió por todas partes, y es cuando me dijo:

— Sort escogió este lugar porque en esta época del año hay un tipo de alga llamada Plecfloridas que son alimentos de un tipo de invertebrados a los que llaman isor azules, y estos hacen que el agua brille de una azul intenso en todo el verano.

Yo la miraba porque aún no me creía que estaba con ella.

Es cuando Sort me dice:

— Raynard, mi señor.

— Sort viejo amigo. ¿Cómo has estado?

— Pasaron muchas cosas mi señor.

— No me digas "señor" que me haces sentir muy viejo.

— Mis disculpas. Pero debo ponerme al día con Zereth así que los dejaremos solos. Vendré dentro de unas horas, sé que tú y ella también tienen que hablar de muchas cosas. Vamos Zereth.

Sort y Zereth salen volando y Zereth antes de irse nos dice:

— Con su permiso.

Yo estaba contento de que mi amigo no hubiera muerto en ese lugar. Y es entonces de que siento un apretón de manos y vi como ella me agarraba la mano derecha y ella me ve. Y yo le sonrió.

Así que ambos nos sentamos y miramos ese anochecer hermoso que acompañaba el brillo azul y las estrellas resplandecientes. Y nos callamos un buen rato, como por diez minutos.

Yo le digo:

— Estas muy bella con se vestido azul— Ella se sonroja y me agradece por el cumplido. Inmediatamente responde como nerviosa:

— El azul es mi color— Luego calla y sonríe. Pronto retoma la conversación para decirme. — Lo siento mucho. Creo que me equivoque con respecto a enviarte a ese desierto.

Yo le miraba esos ojos azules que siempre me gustaron y esas pecas que tanto me fascinaban. El cabello azul era tan lizo y brillante que parecía que brillaba.

Y le respondí.

— Créeme que si no me hubieras buscado, yo ya estaría buscando la manera de irme.

Ella me abre esos ojos asustados y un poco sorprendidos.

— Este lugar me trae un poco loco ¿sabes? — Le volví a decir.

Al otro lado del lago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora