𝒞𝐻𝒶𝓅𝓉ə𝓇 68

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Cuando tenía seis años quiso besar a una niña en el jardín de niños, las profesoras lo habían tomado como algo inocente y nunca se armó un lío, así que simplemente siguió haciéndolo hasta que creció y su madre le dijo que eso estaba mal y que dejara de hacerlo porque era repugnante.

No sabría decir sí fue desde ese momento en que se dio cuenta de que algo no andaba bien consigo misma, todavía no era consciente de muchas cosas, todavía no entendía qué era lo que estaba mal con besar a otras niñas. Nadie nace odiando, tampoco sabiendo lo que está bien o mal, pero a ella siempre se le enseñó que ser homosexual definitivamente era malo. Era por eso por lo que ahora no entendía por qué no le desagradaba Renata, por qué no quería apartarse cada vez que la besaba, por qué no se sentía como si fuera incorrecto.

Tenía tantas cosas en la cabeza, porque había sido criada como lo fue su madre alguna vez, la homofobia había sido como un chip implantado en su cerebro desde que nació, no había cabida en su vida para pensar que tal vez no estaba tan mal.

Odiaba saber que el clóset era el mejor lugar que tenía para ocultarse, odiaba saber que la homofobia era su mejor arma contra su madre, odiaba saber que la homofobia era la mejor protección que tenía contra sí misma. Se odiaba, y era un asco, era un asco porque su madre le había dicho que tenía que amarse tal cual era, pero le había enseñado que ser homosexual estaba mal y, por lo tanto, tendría que odiarse a sí misma.

Había llegado a un punto de su vida en el que necesitaba abrazarse a sí misma y desaparecer, quizás desear haber nacido en otra familia hasta que su deseo se haga realidad. Tal vez extrañaría a su padre hasta quedarse dormida, y el ciclo se repetiría.

Sí alguna vez Amber pensó que cuando alguien decía "No estaba pensando" mentía, entonces había sido demasiado tonta, porque en ese preciso momento no había pensado. Había empujado a Renata como si ella tuviera una enfermedad contagiosa y se había limpiado los labios exageradamente, como si estuviera asqueada.

—¡Fue ella!— chilló al alejarse, señalando a la menor como la única culpable y luciendo asqueada—. ¡Ella fue quien me besó! ¡Yo no quería!

Su madre yacía en el marco de la puerta con el rostro desencajado, roja de la rabia, tanto que ni siquiera se puso a pensar en que probablemente Amber mentía, simplemente entró de dos zancadas a la habitación y jaló a Renata del cabello hasta la salida.

La pelirroja, obviamente, no entendía qué era lo que estaba pasando, pero para cuando llegó a la puerta pudo captar que la madre de Amber no estaba especialmente feliz de haberla visto besando a su hija. El corazón de la menor había estado rompiéndose mucho últimamente, pero ella se había encargado de repararlo para volver con Amber.

Ahora dudaba que pudiera repararlo igual que todas las otras veces.

—¿¡Cómo te atreves a besar a mi hija, degenerada!?— escupió la madre de Amber, sin saber que la pelirroja no podía oírla. Amber agradeció que fuera sorda, no quería que escuchara todo lo que su madre tenía por decir—. ¡Ella no es como tú y nunca lo será! ¡Agradece que eres menor de edad, sino ya te hubiera demandado! ¡Fuera! ¡Fuera de mi propiedad! ¡Asquerosa!

Renata no fue capaz de entender mucho de aquello que la mujer decía, no supo sí estar feliz o no, pero lo poco que había entendido era que Amber le había echado la culpa de todo y había fingido que no tenía nada que ver.

Una vez, no recuerda hace cuanto, la menor leyó que una persona podía morir por un corazón roto y ahora entendía a qué se refería, porque no había sentido un dolor tan fuerte en toda su vida hasta ese momento. Y no deseaba volver a sentirlo jamás. Le dolía el pecho y las lágrimas había brotado por sus ojos sin nada que pudiera detenerlas, sabiendo, por primera vez desde que salía con Amber, que ese lugar no era para ella

٭𝚄𝚗𝚍𝚎𝚛𝚍𝚘𝚐 || 𝙴𝚖𝚒𝚕𝚒𝚊𝚌𝚘 ° ٭⊹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora