20| Una pizca del paraíso.

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Ashley Wood


Siento que voy a entrar en una crisis. Ya he deshecho todo mi armario y aún no encuentro el atuendo ideal, no me satisface nada. Estoy maquillada y desnuda recorriendo mi cuarto con molestia. No sé porque me importa tanto, desde hace mucho tiempo que no era un problema, sin embargo, mi misión hoy es deslumbrar. Agradezco que Karla me haya enviado foto de su look, así sabré que la opacaría y que no, al fin de cuentas es su día.

Adrián
Ya estamos cerca.

Diablos, me tengo que apurar. De por sí ya estamos retrasados gracias a Gabriela que tardo horas en salir de su casa. Cómo es lejos el lugar de encuentro hicimos un pequeño grupo para economizar. Maria al ser dueña de un auto va a manejar y Mery ganó en beneficio de estar de copiloto, lo definimos en piedra papel y tijera, Gabriela, Tatiana, Cristina, Adrián y yo iríamos atrás. Las demás chicas ya tienen sus choferes así que no fue un problema el espacio.

Me sumerjo nuevamente en el armario, algo tiene que ver. Una brillo llama mi atención, está abajo en una esquina, como ocultándose de mí, cuando lo saco de su escondite se me revuelve el estómago. Es hermoso, el indicado diría yo, pero es un obsequio de Luke. Antes de fantasear lo coloco en la cama con su conjunto de abajo y le tomo una foto para enviárselo a Karla.

Karla
Vas a matarlos nena.

Suelto una carcajada. Tras su confirmación dejo todos mis pensamientos atrás y me visto, una vez lista me contemplo en el espejo. Estoy que ardo. El regalo de Luke no es más que un corset transparente con pedrería incrustado en lugares estratégicos para dejar volar la imaginación, lo he combinado con una falda corta de cuero y unos tacos altos. Satisfecha, cojo una mochila dónde tengo la ropa de baño, de cambió por si tengo algún accidente y otras prendas, es mejor prevenir que lamentar. Cuando estoy a media escalera me acuerdo de algo y subo corriendo, ubico mi spray mágico y me lo hecho desde la cabeza hasta los pies, no tarta en hacer efecto, estoy brillando.

Una claxon me alerta.

Corro hasta la puerta y salgo echando seguro a la puerta. La camioneta de María es una cosa de locos, recuerdo cuando se la regalaron a sus dieciocho, no paro de llorar y saltar de alegría por una semana. Le hago una señal para que abra su maletera, entiende, acomodo mis cosas lo mejor posible, quito mi celular de mi abdomen y lo guardo en uno de los bolsillos pequeños, cierro la puerta y me dirijo adelante.

—¿Qué hace está aquí? —escupo.

Gabriela, Cristina, Adrián, Tatiana y Leslie están juntos, apachurrados a más no poder, es poco espacio así que Tati carga a Gabriela, su cara de fastidio es notorio.

—Mi hermano no pudo llevarme al final, no hagas berrinche y sube —explica la víbora.

Miro la escena con suspicacia, aquí no hay espacio para mí.

—¿Quién me va a cargar? —sus bufidos no se hacen esperar— Ni piensen que las cargaré.

—Súbete arriba de Adrián, punto —sugiere María.

—¿Porqué pones cara de ofendida? No es como si no hubieras estado en esa posición antes.

—Tiene razón, Ashley. Ven ya, estamos tarde.

Cristina le hace un además para que Leslie se suba en sus piernas, obedece con fastidio, está claro que ella es la quería estar encima de Adrián.

Me adentro con cuidado pasando primero por Leslie y Cris, después por una Tatiana y Gabriela bastante incómodas, y finalmente cuando llegó dónde Adrián lo observó sintiendo una leve incomodidad en mi entrepierna ¿Qué se hizo? Quito mi vista de su cuerpo y me enfoco en cualquier otra cosa. Desorientada me siento sobre sus piernas, para mí mala suerte me enredo con mis pies y caigo de golpe. Escucho una maldición de su parte y a continuación sus manos colarse entre mis muslos.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora