Ashley Wood
Me preparo mentalmente para lo que voy a ver, para su actitud conmigo, para ser herida, para que mi corazón tenga una grieta. No tengo opción, tengo clase con él y al ser mi compañero de asiento, o al menos espero seguir siendo, no podré evitarlo más. Ni de chiste pienso llegar tarde, así que sin más, me armó de valor y me dirijo al aula. Cuando llegó no me fijo si está presente o no, voy directo a mi lugar. Por mi rabillo, veo su anatomía, está con sus brazos cruzados mirando al frente.
—Hola.
—Hola —responde seco.
—Dijiste amigos, al menos trátame como a una —sugiero sin sonar tosca.
Son las primeras palabras que cruzamos después de días. No es justo.
—Ahora te molestas por la forma en que te hablo —objeta.
—¿Puedes mirarme al menos? —sus ojos azulados se posan en los míos y tengo que agarrarme de la mesa para no estremecerme. Me mira intenso, con tantas energías malas acumuladas que llega a doler.
—¿Irás a la fiesta de Brenda? —¿Es un chiste? Sabe perfectamente mi historia con ella.
—Por supuesto que no —me enfurece su actitud tan descuidada.
Brenda, una chica de cuarto año que para su edad debería estar en primer año de universidad. El año en el que estuvimos en el mismo grado tuvimos una pelea por Luke, recién estaba en mi etapa de cambio así que en evidente desventaja, me caso la mugre. Aún creo que tengo una cicatriz en mi espalda de aquel día.
—Mejor, podré coger con quién yo quiero sin que armes un escándalo —mi mente me traicionera imaginado varias escenas.
Tengo náuseas.
—¿Eso es lo que quieres? Cogerte a alguien más para poder sentirme mejor contigo mismo. Bien, hazlo. Pero, luego no me vengas con reclamos cuando Adrián este entre mis piernas —decidida a no aguantar más humillación, me retiro del aula con los humos calientes.
—Como si no lo hubiera estado. Mentirosa —logro escuchar.
Lo peor de todo es que no puedo culparlo, quien en su sano juicio me creería después de lo que he hecho. Esperanzada veo atrás sin encontrarme con nadie que siga mis pasos. Luke siempre me seguía.
¿A esto no hemos reducido? Charlas que terminan en discusión, miradas llenas de odio y celos confusos.
—¿Quieres? Pareces necesitar.
Sigo una voz, un tipo está sentado en una de las escaleras superiores fumando un cigarrillo.
—Metete en tus asuntos, imbécil —le doy la espalda.
—Con que agresiva, me gustan las agresivas porque en la cama son unas mansas —su comentario me ofende más de lo pensado.
Me devuelvo a su lugar y le quito el objetivo cancerígeno para ponerlo en mi boca. Expulsó el humo en su rostro después de retenerlo unos segundos. Es extraño, no suelo fumar, pero cuando he tenido la oportunidad no recuerdo haber tenido está sensación, supongo que es una nueva marca.
—Es lo más erótico que he visto en mi vida —me rio ante su comentario.
—¿Virgen?
—Con gusto te dejo ser la primera. Soy Ariel —se presenta. De su chaqueta de mezclilla saca una caja de cigarrillos y enciende una para después guardar el paquete.
—¿Cómo la princesa?
—No lo dudes, te puedo llevar a un mundo de fantasía —me quiña el ojo.
—¿Estudias aquí? No creo haberte visto antes.
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Enséñame: La adicción de Adrián
RomansaLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»