47| Vince y Jeremy Wood.

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Adrián aparca en la acera de mi casa, sé que mamá me está esperando, las luces prendidas y nuestros mensajes durante mi trayecto lo confirman

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Adrián aparca en la acera de mi casa, sé que mamá me está esperando, las luces prendidas y nuestros mensajes durante mi trayecto lo confirman. No esta molesta porque haya faltado a clases, pero si le hubiera gustado que la mantuviera más informada.

Estoy de acuerdo con ella. No la contacte hace al menos dos horas, ya es de noche, mi formalización con Adrián me mantuvo entretenida por bastante tiempo, las horas pasaron en un parpadeo. No quiero que este día llegue a su fin, pero debo afrontar esto.

El vehículo se queda en silencio, no tengo la intención de salir.

—Me voy a quedar aquí afuera por si me necesitas —lo miro con agradecimiento.

—Necesito hacer esto sola —tomo su mano entre las mías.

A pesar de que mi cuerpo destrozado por el mar, no tengo nada de sueño. Estoy físicamente agotada, pero mentalmente activa. Mi cerebro es un lío en estos momentos.

Después de confesar mis sentimientos, ser una pareja, hablamos sobre más cosas. Por esos mismos acontecimientos que le conté, está tan preocupado por mi salud mental. Autolesión, depresión, es mucho por procesar. Necesitaba soltar todo de una vez y eso justo haré con mi madre, si me guardo algo, crecerá hasta explotar algún día.

Me inclino hasta sus labios y lo beso intensamente, capto cierta incertidumbre en sus movimientos. Incluso cuando me separo, mantiene nuestra conexión con nuestras frentes, ambos nos tomamos unos minutos antes de ceder. 

—Te paso a recoger mañana —no es una pregunta, es un hecho.

Sonrío a medias.

—¿Tengo elección?

—Eres mi novia, déjame tratarte como tal —sujeta mi mano y la lleva a su boca para depositar un tierno beso. El corazón se me derrite.

—Estaré esperándote. Vamos a causar un enorme revuelo —se encoge de hombros.

—No me importa demostrarle al mundo que eres mía ¿Y a ti? ¿No te gustaría reclamarme? —mi piel se eriza con la idea. Suena fantástico, estaré gustosa de cerrar más de una boca.

Salgo de su vehículo después de otro beso prolongado. Me despido casi tres veces antes de voltear hasta mi casa con la cabeza en alto. Yo puedo con esto.

—Hija —se levanta del sillón donde estaba acomodada—¿Cómo te fue con Adrián?

—Perfecto ¿Veías tu novela? —apunto al televisor.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora