No quiero tocarlo, no quiero hablarle, no quiero respirar su mismo aire, aun así estoy aquí haciendo todas las cosas que prometí que jamás volverían a suceder. Me repugna su presencia. No puedo fingir simpatía o piedad, estoy forzando y demostrando toda mi ira con golpes secos.
¿Por qué no habla? ¿Tiene miedo de mi reacción? ¿Acaso no se ha enterado de que ya soy otra Ashley? No me derrumbaré por esto, asumiré las consecuencias de mi acto y no bajaré la cabeza.
Demasiado coraje para caerme, si voy a explotar que sea con él o Boris, no me importan. Pienso devastarlos con mi onda sonora.
—¡Di algo!
Sujeto los bordes de su camiseta y lo sacudo con fuerza, si no habla por las buenas será por las malas. Está estático desde que hable por primera vez. Su cuerpo rígido combina a la perfección con sus azules de diamante frío.
Veo el movimiento de sus manos y me tenso.
—Ni siquiera se te ocurra tocarme, creeme que no reaccionaré bien —aseguro alejándolo de mí.
Mis manos arden por la fuerza ejercida en el agarre.
—No tienes por qué estar preocupada, lo tengo bajo control —tono normal, despreocupado.
Con eso exploto. Hago puño mi mano y lo impacto contra su mejilla, luego sobre su hombro, pecho y después son golpes descontrolados sobre toda su anatomía. No son despacios, tengo toda la intención de hacerle daño, verlo sangrar.
Soy consiente de la fuerza de Luke, sé que se deja golpear y eso aviva mis llamas. Quiero que pelee, luche y destruirlo con satisfacción. Cuando las cosas son fáciles, el sabor de victoria no es lo mismo.
—¿Bajo control? ¡Eres un maldito infeliz! —levanto mi rodilla que va directo contra su pelvis— ¡Es mío, imbécil, mío. Tenía derecho a saberlo!
Luke levanta su cabeza y en ese instante aprovecho para darle una bofetada. El ruido es sordo, pero hace eco en el pequeño espacio.
Vuelve a levantar la cabeza, intento otro golpe, pero se queda es eso, en un simple intento. Luke sostiene mi mano y recompone compostura.
Me mira con tristeza, un puro y hondo dolor. Me choca. Jamás lo había visto así, ni siquiera todas las veces que hablaba de su padre.
Ciertos mis ojos y los vuelvo abrir.
No voy a caer. Sacudo la cabeza al empezar a tener sentimientos de culpa, no dejaré que me manipule.
—¿Qué? ¿Me vas a suplicar qué pare como Dereck te rogó a ti? —forcejeo y me libero— Pues entérate de que no pararé.
—Yo no soy débil como Dereck, si quisiera ya te hubiera hecho daño.
—¿Si quisieras? —retrocedo— ¡Me dañaste, Luke! Estuve a punto de destruirme ¿Sabes cómo se siente ver a la persona que tanto quieres siendo un monstruo?
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Enséñame: La adicción de Adrián
Roman d'amourLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»