El entrenamiento no es para nada normal, no es cosa mía, es de todas. Estamos distraídas por una persona, específicamente por un bulto de carne que sobresale en la frente de Leslie. Es enorme y estoy segura de que ha intentado bajar la hinchazón de mil forma, ya que está de colores oscuros y se ve manipulado.
Siento un poco de pena. Trato de no verla y multiplicarla por cero, pongo todo mi esfuerzo, pero es tan difícil, es como un imán. Cuando la vi por primera vez esperaba reírme de lo que había provocado, sin embargo solo sentí dolor. Las chicas me comentaron que uso todo el día un gorro para pasar desapercibida, pero obviamente no puede entrenar con prendas que dificulten su rendimiento.
—¡No pierdas el ritmo, Wood! —el grito de Sullivan me hace poner la vista al frente y acelerar mis pasos.
En estos momentos estoy cumpliendo el castigo por desobedecer a las reglas de ayer, irme como si nada me está saliendo muy agotador. Primero fueron ranas, le siguieron las planchas, luego salto con planchas y finalmente me mandó a correr sin límite de tiempo, creo que ya llevo diez minutos dando la vuelta a la cancha.
—¡Ah! Maldita sea —se escucha un grito en todo el lugar.
Sin detenerme, observó cómo Leslie patea el balón con su pie y se aleja unos metros del campo. Las chicas solo se dedican a observarla mientras que Sullivan se acerca para hablar con ella, en el proceso me pide que me detenga y una con las demás.
—¿Creen qué la expulsé? Su rendimiento mediocre me está estresando —mi respiración está acelerada, pero para despotricar contra Leslie hago mayor esfuerzo.
—Ashley. —volteo los ojos ante la advertencia de Cristina.
—No es indispensable. —mentira, lo es, cada una tiene un rol importante— Deja de mirarme así, Cris, me asustas —cruzo los brazos —intensifica más su mirada.
—Es cierto. —Mery sale a mi favor, su mejor amiga se devuelve con la mano en el pecho— Ashley ha tratado de llevar la fiesta en paz y Leslie nada que se deja, a quien deberías asustar está a unos pasos más allá —con su cabeza apunta a Leslie que mantiene una conversación íntima con Sullivan.
—Dejala, ella me ve como la mayor amenaza —digo.
—Es porque te conozco. —argumenta Cris. Achico los ojos— Más vale malo conocido que bueno por conocer.
—¡Oye! —la empujo.
Se ríe.
—Hablando en serio, a ti te conozco, sé cuándo puedes perder los papeles. En cambio a ella no, he tratado de acercarme, hacerla entrar en razón, pero mi primo tiene algo que las ha vuelto locas —me ruborizo, me imagino más de una razón.
—¿Y ese algo es grande? Digo, todo tu drama tiene que valer la pena —la interrupción de Gabriela no ayuda en nada al calentamiento de mis mejillas.
ESTÁS LEYENDO
Enséñame: La adicción de Adrián
RomansLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»