42| Posesivo.

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No puedo creerlo

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No puedo creerlo.

Estoy en shock. Malditos privilegiados, aunque pensándolo bien es más culpa del Boris que de los chicos. El director le está dando mucha importancia, una que jamás nos puso a las chicas del voleibol. Da rabia, pero tengo que ser paciente y optimista, si el partido de hoy es un fiasco me temo que recolectaré firmas para que los fondos destinados a ellos pasen a nosotras.

En la mañana me levante tarde gracias a la desvelada de la madrugada del mismo día. El beso de Dereck y el acercamiento a Adrián son más que razones suficientes para mi insomnio. Cuando revise mi celular me sorprendí al encontrar varios mensajes y etiquetas en varias redes. Después de darme cuenta de lo que pasaba, solté un grito de frustración con un poco de envidia.

Pasa que Boris ha decretado que el día de hoy no hay clases, su excusa fue que quiere que nos reunamos como institución y vayamos a apoyar a nuestros chicos en su estreno. Por supuesto, esto originó varios memes, tuits, publicaciones donde agradecían al equipo de fútbol por tremenda hazaña. Lo único que tengo que rescatar de esta penosa situación es que Boris sabe muy bien como comprar a adolescentes.

Las chicas y yo intercambiamos varios mensajes en nuestro grupo, más que nada nos quejamos y oramos para que les vaya mal, esto último lo empezó Cristina, de todas es la más indignada. En algunas cosas apoyé y otras no, la verdad es que no estaba de ánimos. De tan solo leer el nombre de Tatiana se me revolvía el estómago.

El secreto del beso de Dereck me carcome, sé que no debería porque no fue mi culpa, pero aun así no deja de incomodar. Digo una y mil veces que no soy tonta, sin embargo me niego a creer que Dereck guste de mí. Me ha tratado tan mal por años, no estoy tan descabellada. Tome una respiración profunda y analice. Tengo un testigo, tengo la prueba en la herida en la boca de Dereck, Adrián me cree ¿Por qué Tatiana no lo haría? Debo estar muy paranoica.

En el desayuno compartí la nueva noticia con mi madre y tuvo la misma reacción que yo, tal para cual. Insultamos un par de veces a Boris antes de que se fuera a su trabajo.

En estos momentos me encuentro sola, bañada y completamente lista mirando el celular con una ansiedad que me pide dar unos simples toques a la pantalla.

¿Debería llamarlo? Él dijo que me contactaría ¿Seguirá dormido? Imposible, hoy juega ¿Me estará evitando por lo de ayer? Es lo más probable. Tomo una respiración profunda antes de apretar el botón de llamar.

Sonrío cuando me contesta en el primer tono, es como si estuviera en la misma posición que yo, con la única diferencia de que me atreví a marcar.

—Buenos días ¿Te desperté? ¿Cómo estás? —hablo rápido, estoy nerviosa.

—No, estoy yendo a tu casa. —muerdo mis labios al escuchar su voz más grave que de costumbre, culpo a la interfaz.

—Pensé que íbamos a coordinar la hora antes —lo evidencio tragando saliva con dificultad al escucharlo reír.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora