No desayuné en mi casa. Me levanté temprano y preparé todo para llevar, ingerí todo en el bus, fue incómodo, pero no más de la situación que me he evitado con mi madre. Hoy hacía frío, corría vientos muy fuertes y el cielo pronosticaba truenos. Todo un día gris digno de un documento de Discovery Channel.
—¿Por qué tan solita, Ashley?
Elevo mi mirada y lo primero que capto son sus senos meneándose de lado a lado. La miro asqueada ¿Fue intencional? La diversión en sus ojos me dice que sí.
—¿Qué quieres, Naybet?
—Sentarme contigo —y lo hace, en cada movimiento hay sensualidad. Ella no es así, no con mujeres al menos.
—Largate, aquí se sienta... —recuerdo que está en su entrenamiento— Solo vete, no quiero problemas.
—¿Problemas? Tranquila fiera —alza sus manos y las muestra vacía.
—¿Qué quieres Naybet? —me canso y encaro. Entre más rápido derrumbe este circo mejor, ambas sabemos que no nos soportamos.
—Justo lo que quería oír —sonríe con malicia— Organizaré una fiesta mañana, es el cumpleaños de mi hermano y pues estaría honrada de que vayas, será la fiesta, no te arrepentirás —termina su discurso con un guiño.
¿Honrada? ¿Ella? Aquí hay gato encerrado. No puedo ocultar mi gesto de sorpresa. Naybet Torres invitándome a su fiesta es algo que tengo que recalcar en mi diario, si es que tuviera.
—No, paso —su sonrisa decae.
—Plan B entonces. —se encoge de hombro, reluce su bolso y saca una billetera llena de brillo rosa, la abre y pone cinco billetes en la mesa— ¿Eso es suficiente? ¿Quieres más? El dinero no es problema para mí —su voz melosa ha cambiado a una molesta.
La situación deja de parecerme graciosa y la intriga de su insistencia me consume, necesito saber por qué se ha rebajado tanto ¿Cuáles son sus verdades intenciones?
—No salgo con un partido cerca, lo sabes, son normas.
Rueda los ojos, guarda su dinero y eleva su dedo apuntándome con su uña postiza.
—No, la normal es no beber alcohol ni otras sustancias tres semanas antes de un partido.
—¿Quién va a una fiesta y no toma? —ironizo— ¿Para qué me quieres ahí? ¿Qué plan retorcido tienes en mente?
Se indigna. Abre su boca y pone su mano en el pecho con dramatismo ¿En serio? Sus ojos se achican y niega repetidas veces.
—Que mal concepto tienes de mi querida Ashley.
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Enséñame: La adicción de Adrián
RomanceLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»