Dejamos a Cristina en su casa y automáticamente Adrián conduce hasta la suya, se lo agradezco en silencio, no sé si mi madre se encuentra en mi hogar, últimamente decide desaparecer y aparecer cuando quiere.
En todo el camino tengo mis manos echas puño, estoy llena de ira ¿Cómo se atrevió? ¡Le presento a sus padres! Se paseaban por todo el instituto como pareja, su amante debió saberlo ¿Desde cuándo se estarán burlando de Mery? ¿De qué estarán hechos para hacerle daño? Mery es la persona más pura del mundo, jamás se ha metido en pleitos, jamás discute, siempre ayuda, su aura es hermosa ¿Por qué? Lo peor de todo es que me siento culpable, debí darme cuenta de que la actitud de Killa era hipócrita, debí preverlo. La perra actúa bien. Aún recuerdo sus nervios en nuestra conversación de ayer, ojalá le hubiera aconsejado terminar con esa relación, al menos así no hubiera permitido avanzar con Killa, no se hubiera dejado marcar. Su cara de felicidad en los vestuarios, mientras nos contaba era pura, siempre que habla de Killa es así. No sé cómo, pero no dejaré que sufra. Debe haber algo que pueda hacer.
Adrián estaciona su estrenado carro y baja para abrirme la puerta ¿Ya llegamos? Antes de que pueda sostener mi mano, bajo y voy directo a la puerta de su casa.
Un poco, casi mínimo de mi molestia va dirigido a él por no dejarme golpear a Killa. Sé que hizo bien, sé que no me hubiera detenido hasta deformarla, pero aún asi no puedo dejar de sentirlo, en estos momentos soy muy inestable.
Adrián abre la puerta y ni me molesto en que lo abra por completo. Empujo la puerta y entro sin vergüenza, no paro hasta llegar a su sala y recostarme en el sofá. Prendo el televisor para distraerme.
Debo calmarme, debo respirar profundamente, no debo desquitarme con la persona incorrecta.
—Ten, tómalo.
Adrián aparece en mi campo de visión con dos latas de lo que parece ser alcohol. Se tumba a mi lado.
—No puedo beber alcohol.
—No es alcohol, —su mano sigue inclina a mí— tómalo.
Le creo. Sujeto la lata entre mi mano y la abro con facilidad. Llevo el borde hasta mis labios y alzó el envase. Es delicioso, de un sabor a pera suave. Bebo hasta la mitad y lo dejo a un costado.
—Gracias —digo cuando él termina el suyo.
—¿Quieres ver una serie, película? ¿Quieres que pidamos algo? —agarra el control del televisor y cambia de canal.
—¿Por qué me detuviste? ¿Estás de lado de esa? —no controlo mi lengua, necesito saberlo.
Adrián deja de control remoto y suspira mirándome.
—¿No te basto dejarla como la dejaste?
—No, —respondo enseguida segura— Mery confió en ella, la traicionó ¿Sabes lo destrozada qué va a estar cuando Killa le termine? Las heridas de esa podrán sanar en dos semanas, pero la un corazón roto tarda más, mucho más. Conozco a mi amiga, su mundo se caerá abajo, no sabes lo que le costó confiar en alguien.
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Enséñame: La adicción de Adrián
RomanceLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»