No recuerdo cómo llegué a casa, solo sé que despierto en mi cuarto, en mi cama y que un olor exquisito inunda cada rincón. Me levanto y estiro al borde mi cama como un felino. Frotó los ojos con pesadez y después le doy un rápido repaso a mi cuerpo.
Estoy con la misma ropa de ayer con excepción de que estoy sin zapatillas ni medias. Lo último que recuerdo es estar en el auto de Adrián y de ahí todo es oscuro.
Voy al baño y cepillo mis dientes para despertarme completamente. Hoy es viernes, así que me apuro con mi higiene si no quiero morir por los gritos de mi madre. Ya casi la escucho "¡Tienes que estudiar, Ashley, baja ahora mismo!"
Al salir del baño envuelta en una pequeña toalla celeste, escucho el susurro de voces provenientes del primer piso. Me cambio con un vestido suelto y bajo.
Ya en las escaleras puedo escuchar la conversación con claridad.
—¡Me alegro amiga! Ya te extraño ¿Cuándo crees que podamos vernos? —silencio y luego habla— Por supuesto, en seguida salgo ¿Sabes si Adrián va a pasar por mi hija hoy?... Si, Bea, él siempre la recoge, has criado a un gran chico... No te preocupes, estaré a tiempo.
Entro a la sala y veo a mi madre caminando de un lugar a otro con el celular a la altura de su oído. Nuestras miradas chocan y entonces se despide y esconde el aparato.
—¿Te vas a reunir con Beatriz?
—Sí. Me dijo que Adrián no podía venir. —trato de no expresar tristeza. Nos sentamos en la mesa para desayunar— Ella realmente se siente mal por lo que pasó.
—No debería, no la culpo ¿Le podrías decir que me gustaría hablar con ella? Para iniciar bien y hazle saber que comprendo todo.
Giuliana sonríe mientras asiente.
—¿A qué hora regresaste ayer? Sé que debes divertirte, pero solo estás a tres partidos para la final y tu cuerpo aún no se recupera de tu probable anemia.
—No fue anemia. —arrugo la nariz y ella ladea su cabeza— Y Adrián me trajo a casa, no he bebido una sola gota de alcohol, pero tienes razón, si Sullivan se enterará de que hora volví ayer, seguramente me tendrá practicando cuatro horas seguidas —mi madre entrecierra sus ojos— ¿No sé lo dirás, verdad? —mi voz delata mi nerviosismo.
—No, pero debes cuidarte. He preparado un desayuno rico en nutrientes —extiende sus brazos señalando los alimentos, la mesa parece un festín de colores, hay de todo un poco.
Sé que Giuliana le comento de mi situación a su compañera de trabajo, especialista en Nutrición y por amistad, ella le dio una receta para mejorar mis defensas y mantener activa.
Mi madre no me lo ha confesado, pero estoy segura. Las recetas elaboradas que ha estado haciendo estos días no son de ella. Además mi plato siempre está dividido en tres sectores, demasiado evidente.
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Enséñame: La adicción de Adrián
RomanceLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»