Ariel se detiene a tres cuadras de la casa de Luke. La zona siempre ha sido concurrida, pero hoy está misteriosamente vacía y con un aspecto tétrico. Estoy segura de que esto tiene que ver con mi estado actual, mi perspectiva va a la par con mis emociones.
Tomo un respiro y bajo de la motocicleta. Para estos momentos ya estoy con mi ritmo cardíaco normal, pero mentiría si dijera que me encuentro bien.
Los ojos negros de Ariel me observan en silencio mientras desmonta su vehículo, no dice nada, pero en sus cristales se refleja mi aspecto demacrado. Es como si viera mis lágrimas secas, mis ojos hinchados y un gesto totalmente derrotado.
—Podemos volver, no tiene por qué ser hoy día, tenemos tiempo —dice Ariel.
—Hoy se hace el último movimiento y se acaba el juego. —no reconozco mi voz— No estoy para más mentiras, no puedo irme a dormir sin tener la verdad.
Ariel desordena su cabello y luego suspira.
—Bien, entonces habla ¿Qué descubriste?
—Beatriz me dijo que Lara, la ex de Adrián, fue a su casa hace unos días y dejo una carta para él. —carraspeo para no sonar tan afectada— Encontré la carta y... Mejor léela —señalo el objeto que está en su chaqueta.
Ariel obedece. Saca la carta y cuando mira el estado en que se encuentra el papel me pide una explicación. Yo niego ligeramente la cabeza en negación.
—¿Esto es por el cual destrozaste el cuarto Adrián?
—Si —y ni una pizca de arrepentimiento.
Ariel sonríe, desglosa la carta y empieza a leer.
Le toma dos minutos terminar.
—No logro comprender, esto pasó antes de que ustedes formalicen, si fuera durante, si fuera una infidelidad, eso sí cambiarían las cosas ¿Qué te enoja tanto?
—Hace meses estaba a punto de ser expulsada del equipo de voleibol, Price me negó su ayuda con tutorías, mi madre me dejó sola y contratar a un tutor me salía demasiado caro. No tuve más remedio que recurrir a Adrián. —empiezo a relatar— Me propuso acostarme con él a cambio de enseñarme, pero al final logré reducir el precio a besos por cada clase. Con el tiempo nos fuimos acercando y me confesó porque me pidió tener sexo. —me tomo un segundo, un respiro para acostumbrarme al dolor que genera recordar— Dijo que era virgen, que no se sentía cómodo con ir con una prostituta y entonces aparecí yo, una mujer guapa y que solo tomo la oportunidad cuando se le presentó.
Algo pasa, lo noto. Durante mi relato espero ver una pizca de gracia en Ariel, pero se mantiene totalmente serio y en mi última oración se tensa, sus músculos se contraen tanto que siento que estrangulan mi corazón.
Mis ojos amanezcan con soltar lágrimas, Ariel bufa y esquiva mi mirada.
—Dime. —exijo. Me ignora— Mírame y suéltalo, Torres, no me hagas esperar —mi tono roza la súplica.
ESTÁS LEYENDO
Enséñame: La adicción de Adrián
Roman d'amourLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»