54| El ancla.

14K 936 225
                                    

Desde que los tres llegamos a mi casa, mi madre les ofreció almuerzo, pero como sabía que Dereck estaba apurado, intenté explicarle a Giuliana la situación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde que los tres llegamos a mi casa, mi madre les ofreció almuerzo, pero como sabía que Dereck estaba apurado, intenté explicarle a Giuliana la situación. Sin embargo, tanto como Dereck y Ariel, aceptaron la oferta sin pensarlo. 

El raro comportamiento de Dereck se esfumó con mi madre cerca, fue como si todo volviera a la normalidad, pero a penas Giuliana salía del cuadro él me volvía a enviar dagas con sus ojos.

Por otro lado, mi madre está encantada con ellos. La observo y casi puedo sentir su aprobación por mi elección de amistad, y no voy a mentir, este par realmente se ha ganado el corazón de mi madre.

La ayudan a servir los platos, acomodar la mesa, lavar los servicios, son educados y siempre la están halagando con palabras que hasta a mí se me derrite el corazón.

Es casi como ver las telenovelas antiguas dónde el varón cortejaba a su dama, en este caso sería un drama, ya que son dos hombres por la misma mujer.

Tengo que alejarlos de mi madre antes de que caiga en sus hechizos y uno de ellos se convierta en mi padrastro.

La simple idea me remueve el estómago, no del asco, pero no está tan lejano.

Mientras cambio mi atuendo, escucho sus risas en la parte inferior y apresuro mis movimientos. Dereck dijo que estuviera casual, nada extravagante, por lo que me coloco las primeras prendas aceptables que miro.

Cuando bajo las escaleras, tropiezo conmigo misma y si no tuviera reflejos rápidos estaría tirada en el suelo.

Entro a la sala, mi respiración se corta.

No puede ser.

¿Qué estoy pagando?

—Oh sí ¿Dónde aprendiste esos movimientos Ariel?

—Giuli —Dereck pronuncia ese nuevo apodo que estoy aborreciendo cada vez más.

—No te pongas celoso, Dereck, tus manos también son mágicas.

Es suficiente.

Llegué a mi límite.

Mi madre está sentada en el sofá mientras que Ariel está parado en el respaldar, dándole masajes en sus hombros. El condenado es bueno, tan solo me basta ver los gestos de mi madre para verificar. No es algo que me guste ver, pero la acción de Dereck me descoloca. Está agachado a los pies de Giuliana, dándole masajes desde la rodilla hasta el final.

Sus movimientos son lentos, nada amical, cada fricción explota en sensualidad. Mi madre obviamente que no lo nota, está concentrada en la sensación para darse cuenta de las verdades intenciones del par.

Cómo si me sintiera, Dereck mira en mi dirección y sonríe con picardía.

Infeliz.

—¡No tenemos que ir! —interrumpo el momento, soy grandes pasos hasta ellos y los separo de mi madre.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora