49| ¿Y está quién es?

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Siento unas manos sobre las mías y un pecho pegado a mi espalda

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Siento unas manos sobre las mías y un pecho pegado a mi espalda. No reconozco ese aroma, no es Adrián. Me tenso y por el reflejo de la pantalla que tengo al frente veo al dueño de mi alerta. Sacudo la cabeza en negación, me relajo y trato de sacar mis manos de las suyas, él no me da chance afianzado su agarre.

—¡Dereck, basta!

—Con un demonio, Ashley —gruñe cerca de mi oído.

Ya es suficiente.

—¡Alejate de mí! —lo empujo y se cae sobre mis pies al suelo— Eso te pasa por invadir mi espacio personal.

—¿Qué? Pensé que querías ganar, si no eres competente deja el arma para mí y aprende junto al resto —vocifera, se levanta mientras sacude su ropa y me empuja a un lado.

Inhalo y exhalo antes de dar tres pasos atrás, voy directo con Adrián quien me recibe con los brazos abiertos, siento la tensión recorriendo sus venas cuando toco sus manos.

—Una más, Ashley, una más —su aliento choca contra mi oreja. Mi piel se eriza.

Es una advertencia. No puedo salir a favor de Dereck, ciertamente es quien ha estado provocando a Adrián en nuestra salida grupal.

De un movimiento de cabeza alejo mis pensamientos y me concentro en la partida de Dereck, el muy condenado es bueno, mata a todos los zombies sin demostrar ningún esfuerzo.

Hoy es domingo y las cosas no pueden ir mejor. La relación con mi madre esta restableciéndose sobre cimientos fuertes, sin mentiras ni sonrisas falsas. De igual forma sucede con mis amigas, desde que les conté de mi pasado y todos los sucesos que ignoraban, nos hemos vuelto más unidas. Un claro ejemplo es nuestra agenda de hoy día; ellas querían conocer mejor a los chicos y no se me ocurrió mejor idea que salir todos juntos al parque de diversiones.

Se supone que iba a ser la próxima semana, sin embargo Dereck ya no presenta molestias, lo único que me inquieta es su moretón al rededor del ojo y posibles heridas en su abdomen. El problema fue Ariel, quien estudia medicina y ya faltó a muchas clases para cuidar a su amigo, afortunadamente su clase se postergó para mañana y pudo venir con nosotros.

Extrañamente mis amigas están muy normales con ellos, esperaba una actitud más cautelosa después de que les dije una parte de la historia. Cuando les conté, vi en sus ojos que querían más, la información completa, pero por respeto a Dereck no pude.

No he visto a Tatiana desde ese día, Cristina estaba furiosa, no sé si llego a contactarla, les pedí a todas que no quería saber nada más de ella.

Dereck termina el juego con la máxima puntuación de todos aquellos que han jugado alguna vez en esa máquina, se devuelve a nosotros y finge una reverencia para su supuesto público.

—¿Suficiente humillación o quieres otra dosis más? —dice mirándome.

Levanto mi mano y le muestro mi dedo medio.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora