—Se acabó, Ashley, por favor... No soporto verte mal —miro sus ojos suplicantes, solo puedo retener pequeñas lágrimas.
Ni siquiera sé porque tengo ganas de llorar, sabía perfectamente que este día iba a llegar.
Ayer cuando me avisó que Beatriz se había comunicado con él y que quería que regresará a casa, me sentí fatal. Lo que se supone que fueran tres días se convirtieron en tres semanas, tres hermosas malditas semanas.
Al principio me negué a qué durmiera conmigo por las reglas de mi madre, pero después de una semana no pude resistirme y yo misma me escabullí en su habitación. Estas tres semanas tuvimos sexo desenfrenado en mi cuarto, su cuarto, en la cocina, en el sofá, en el baño, contra las paredes, marcamos cada segmento de la casa. Puede que mi madre sea la propietaria, pero luego de este tiempo, la casa llevaba nuestro sello.
—No llores —dice.
—Estoy muy sentimental —confieso.
Y con antojos, estoy rara. La posibilidad de estar embarazada es nula, tomo mis pastillas anticonceptivas y mi menstruación de hace días me da paz.
Suelto un suspiro, sé con exactitud lo que me pasa: Es un desequilibrio hormonal, una dieta estricta por el campeonato y mucho estrés.
Si antes esperamos tres semanas para un partido, ahora hemos jugado dos partidos en la misma cantidad de tiempo. Perdimos el primero, fue demasiado predecible, Tatiana se dio de baja del equipo y se volvió un fantasma andante. Emocionalmente nos afectó, a pesar de todo, aún había una pequeña parte de nosotras que la quería, bueno, al menos hablo por mis amigas, a mí me da igual su existencia. Cuando perdimos, hubo algo en mí que se activó y exigí a mi cuerpo dar más de lo que podía. Para el segundo partido, estaba agotada, Sullivan me tuvo que sacar en el segundo set y poner a Tamara en mi lugar.
Adrián se había dado cuenta de mi cambio todo este tiempo, me forzaba a comer y descansar mi cuerpo, pero cuando él entrenaba o está ocupado en otros asuntos, entrenaba hasta el cansancio.
Que Sullivan me sacará del partido fue un golpe, me hizo despertar al instante. Esto fue hace tres días así que mi cuerpo aún se está adaptando. En ese momento solo pensaba en Jeremy y en lo decepcionado que estaría, sé lo mucho que le gustaba cuidar de mi cuerpo cuando me ayudaba a entrenar.
—No volveré a quitarle el ojo de encima —sentencia.
—Fue un momento de debilidad, ahora estoy bien.
—Estuviste a punto de desmayarte en el campo —su tono se oscurece.
Sí, ese fue el principal motivo para que Sullivan me mandará a la banca.
—Tú también entrenabas hasta morir ¿No te acuerdas ese día que llegaste todo agotado por Hugo? —si yo había tenido dos partidos, Adrián igual, con la diferencia de con victorias aseguradas. Pensamos ver a su madre en uno, pero jamás apareció— Cómo sea, eso es el pasado, hablemos del presente. Te voy a extrañar.
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Enséñame: La adicción de Adrián
RomanceLIBRO I «Ashley se niega a caer en la tentación Irman, pero es humana y todo humano tiene un límite que tarde o temprano cederá a los placeres del pecado»