38| Vínculo y amenaza.

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Es extraño estar así con mi madre

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Es extraño estar así con mi madre. Ya no recuerdo la última vez que nos sentamos en la mesa y hablamos calmadas, sin fingir. Está vez nos estamos esforzando, ambas, yo más que nadie, tengo tantas cosas acumuladas que es difícil retenerlas. 

Incluso cuando nos reímos sale fresco, espontáneo. No tengo ganas de pelear, no quiero, deseo avanzar. Presiento que las cosas serán diferentes a las anteriores veces que lo hemos intentado, hoy estoy dando mi cien por ciento, es todo no hay más, me la estoy jugando.

—¿Hoy tienes turno?

—No, le pedí a Loty que me cubriera. —da un trago a su jugo de papaya— Ya era hora de que me devuelva las horas extras que he hecho por ella.

—Al fin. —rio— No me gusta que te desveles, el cuerpo necesita descansar, tú mejor que nadie lo sabe.

—Mi vocación me gana. —admite con un gesto de lamento— Cada vez que voy y me encuentro con cada caso peor que el otro. No puedo irme a casa y dormir como si nada. Para esto nací, no puedo evitarlo.

Aprieto mis manos debajo de la mesa y suspiro soltando toda tensión. Debo controlarme, no quiero malograr esto. Sin embargo una pequeña voz grita en mi cabeza: Hipócrita, hipócrita, hipócrita.

Sacudo mi cabeza. Solo fue un momento de debilidad, nadie dijo que fuera fácil.

—Espero sentir las mismas ganas con mi carrera, —soy sincera— sigo en el mismo dilema.

—Sabrás escoger, eres eficaz en todo lo que haces. Pero sabes que siempre puedes seguir solo el camino del vóley ¿Lo sabes? Que tengas una carrera universitaria —hace comillas con sus dedos— no es indispensable para mí. Mientras seas feliz sobra y basta.

Lo sé perfecto, pero quiero ambas. Mi título y mis trofeos.

—Es lo que deseo —sonrío esperanzada.

Percibo cierta suspicacia en sus ojos. Entiendo a la primera. Tiene dudas, de mí con respecto al vóley. Puede que jamás me lo haya dicho y siempre me apoye en lo que hago, pero sé que piensa que hago esto por Jeremy y no por qué realmente me guste el deporte. Al principio fue así, lo admito, todo empezó por él, pero con el tiempo, las prácticas, los partidos, la hinchada apoyando, me encariñé y lo convertí en mi pasión. Ya no se trataba solo de Jeremy, mis sentimientos se involucraron.

Miro el reloj de pared.

—Creo que será mejor que me vaya si no quiero una mancha en mi perfecto expediente —termino de dos bocados mi fruta picada y cojo mi bolso con rapidez.

—¿Vienes directo a casa o vas a salir con tus amigas, con Adrián?

Venir de frente a mi hogar se me es raro, me he acostumbrado a ir con Adrián a su casa y regresar por el atardecer.

—Mmm, lo sé ¿Tratas de proponer algo? —me apoyo sobre la mesa, intrigada por la situación.

—Pensaba en recogerte y de ahí salir a comer por ahí. —se ve dudosa por mi respuesta— Quiero pasar más tiempo contigo, eres la única hija que me queda y a veces siento que no te conozco, quiero restablecer nuestro vínculo —se levanta y como la anterior noche sujeta mis manos, su agarre es fuerte y en sus ojos veo el temor de mi rechazo.

Enséñame: La adicción de AdriánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora