02. Una extraña maldición.

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Jisung había tenido un día terrible, comenzando por el estúpido juego que ya ni quiere nombrar y terminando por una llamada la oficina de la directora. Si trataba de ver el lado positivo, al menos el día no había sido tan malo, en la mañana vio a Chenle, no fue de la mejor manera, pero alguien tenía que parar ese pequeño enfrentamiento con los hermanos Lee. Se sentía algo irritado porque apenas se percataba de la situación y no era mucho lo que podía hacer.

O tal vez sí, si pudiera hacer algo. Intentaría acercarse de nuevo a Chenle, para estar cerca de él y evitar que le hagan daño. Sí, claro, solo por eso. Jisung no quería seguir negando sus sentimientos, pero también le ha hecho bastante daño haberlos expresado. Así que, su objetivo sería bastante difícil, casi que imposible. Además, la forma en la que quiere acercarse a Chenle no es precisamente una amistad, solo que, Chenle no parecía querer tenerlo cerca de nuevo. Jisung definitivamente no quería pensar en esto, no ahora.

Aborrecía por completo la escuela de magia, no solo por no poner cuidado al ambiente escolar y las relaciones interpersonales. Se supone que aquí sería tratado como alguien común y no como un príncipe. Le molestaba que lo siguieran a todos lados, lo alaban por lo más mínimo que hiciera y lo trataran como a todo un rey. Quería un lugar donde por un momento olvidara que hay una corona sobre su cabeza, pero llegó a ser casi imposible olvidar eso.

Jisung exhaló un suspiro antes de adentrarse a la oficina.

—Directora Im. —dijo cordialmente.

La mujer le dio permiso para que pasara. Jisung se fue a sentar en el sillón.

—¿He tenido mala conducta? ¿Hice algo mal? —continuó Jisung, siquiera dejó a la mujer saludar de vuelta—. Si es respecto a la pequeña discusión que tuve con los Lee esta mañana fue porque ellos estaban molestando a alguien. Y si no fue por eso, y fue por el sauna en las duchas del gimnasio, sepa que no tengo nada que ver con eso aunque haya estado allí.

Al ver a la directora con una ceja levantada fue cuando se dio cuenta que hablaba de más.

—No lo he llamado por su pequeña discusión y tampoco por lo de las duchas, pero más tarde me contará sobre eso —respondió la Directora Im.

Jisung tragó en seco.

—¿Dónde está su hermano? Se supone que lo mandé a llamar también a él, pero usted llegó antes. —continuó la directora. Jisung se encogió de hombros—. Su madre estará aquí en unos diez minutos. Ella habló con el comité de magia sobre el tema, solo falta hablar con ustedes y los fundadores.

—¿Hemos incumplido las reglas?

La directora asintió en respuesta y la vez negó con su expresión.

Jisung frunció el entrecejo.

—No entiendo nada, por favor explíqueme. ¿Por qué llamar a mi madre? ¿He hecho algo tan malo? ¿Mi hermano se ha metido en problemas? Muy poco probable lo segundo, pero no imposible. ¿Él rompió alguna regla?

—Hace demasiadas preguntas, joven. Y no, nadie ha hecho algo tan malo, pero no deja de ser un tema delicado. —Ella comprendía la situación de la familia Real Park—. Usted es el menor, pero al cumplir la edad legal será partícipe del juego. ¿Es correcto?

—Sí, directora. —contestó mirando al escritorio y no a los ojos de la directora, le aterraba esa mujer.

—¿Cuándo usted nació su padre ya estaba enfermo?; ¿Su padre murió cuando usted y su hermano eran solo unos niños? El Príncipe Donghyuck, ¿nunca le contaron la verdad a usted?

Jisung asintió en respuesta, de repente la conversación estaba siendo un poco incómoda. Vio a la directora soltar un suspiró que lo preocupó un poco.

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