35. Fiestas del lago.

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Desde que las fronteras fueran abiertas pocos eran quienes se aventuraban a pisar el conocido Reino Frío, pero luego de la muerte del rey fue cambiando poco a poco. Al Reino del Norte llegaron personas de todos los lugares de la tierra para pasar una encantadora época navideña.

Este reino siempre ha celebrado las festividades de una manera no tan diferente al resto, sino fuese porque tenían de gobernantes a reyes que odiaban las fiestas, el Norte fuese conocido por ser el mejor reino para pasar un diciembre entero. Sin embargo, la reina por primera vez en año hizo demasiados cambios. Antes no todas las calles y lugares públicos eran adornados con luces, guirnaldas y demás, ahora hasta el parque más pequeño estaba igual o más iluminado que el enorme árbol en el centro de Freeya. El palacio estaba igual de colorido que las calles, luces blancas, adornos plateados y guirnaldas en las escaleras o colgando del techo.

La navidad era esa época donde hasta el corazón más frío se volvía tan cálido como las galletas recién ordenadas. Porque en navidad todo es posible. ¿No es así?

—Bienvenidos y bienvenidas al Reino del Norte. A nuestro reino. —dijo la Reina Seulgi. Se encontraba en el balcón, podía apreciar a una gran multitud reunida para conocerla en persona.

Los príncipes se encontraban detrás de ella, sonriendo de verdad, amaban la navidad, era su época favorita del año y más la fecha del día de mañana. Sabían que no todo podría ser color de rosa, chocolate caliente, muñecos de nieve, adornos y regalos. Tenían varias cosas a las cuales atender, pero nada tan importante como lo era mantener a la reina lejos de sus amigos y sus familias.

Así como lo fue para la Noche de los Mil Arcoíris todas las familias reales habían aceptado la invitación de la Reina del Norte, aprovechando las campañas para celebrar juntos la navidad. ¿Era extraño? Tal vez. Muchos decían que la reina había cambiado gracias a la muerte del rey, que ahora ella quería ser una nueva persona y que se estaba esforzando en ello. Pocos saben la verdad.

—Espero disfruten de nuestras festividades, estamos más que contentos de compartir como celebramos estas hermosas fechas con ustedes. —prosiguió Seulgi. Demostraba tranquilidad a pesar de que había más ojos sobre ellas, más cámaras y el doble de micrófonos que la última vez que estuvo sobre ese balcón. Quería verse contenta, para nada fastidiada por tener un gentío en el palacio—. Espero tengan una agradable estadía desde cualquier lugar en el que nos estén visitando. No sé si todavía no ha llegado a sus oídos, pero el palacio por primera vez en años va a abrir sus puertas el día de mañana siete de diciembre hasta el ocho en la mañana.

Todos vitorearon al escuchar esto.

—Mi intención es compartir con ustedes al lado de mi familia ese encantador día. Así que por ahora descansen y conozcan la ciudad porque faltan algunos detalles que arreglar antes de que las puertas sean abiertas. —Terminó la reina con una ligera sonrisa.

Nadie podía negar su encantadora belleza, su hermoso cabello negro azabache tan brillante como la noche que esta vez lo mostraba al natural, ondulado, para nada lacio. Atraía miradas curiosas que estuviera vistiendo solo un simple vestido blanco pegado al cuerpo, con algunas joyas como pendientes, un delgado collar en el cuello y cintura, no llevaba puesto abrigo.

La mujer dio la vuelta, evitando a sus hijos de manera olímpica, caminando constante, tan elegante y con gracia, sus damas de compañía la siguieron apenas estuvo delante de ellas y dejaron aquel salón.

—¡Vaya discurso! Cada vez es más buena haciéndose pasar por alguien que no es. —mencionó la princesa apenas las puertas fueron cerradas.

—Ningning. —dijo Renjun, lo que menos quería era que la reina escuchara algo que la hiciera regresar y reprenderlos. Habían estado evitando estar cerca de su madre en el mismo lugar, pero los deberes reales se los impedían—. Debemos estar al tanto de cada movimiento que haga esa mujer. Tenemos a nuestros amigos aquí, a sus familias y a más personas que pueden salir afectadas. Confío en que nada malo les va a pasar a ellos si estamos alertas.

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