13. El tren de rosas y el dragón.

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¡El plan! ¡Todo su plan se estaba yendo a la basura! Debían actuar, debían hacer algo, no había funcionado y tanta información que buscaron. Día y noche solo concentrados en salvar la vida de un inocente, así no fuese el dragón que rescató al Rey Park, así no fuese un dragón con el que formaron lazos, era una criatura que iba a sufrir un trágico final.

Donghyuck se levantó de golpe frotando fuerte su cabeza, rascando su cuero cabelludo. Estaría por romperse allí mismo, pero la rabia lo cegó. No había más que un limbo acaparando su cabeza. Sentía que había perdido una gran parte de aquella persona que le salvó la vida, estuvo en su niñez y fue quien le dio el amor de un hogar. La ira se estaba apoderando de él, odiaba en ese momento a los fundadores de la supuesta paz entre los cuatro reinos.

—Lo lamento. —dijo Chenle en voz baja antes de ponerse de pie, se encontraba decepcionado de sí mismo. Sacó su teléfono, tecleó lo más rápido que pudo un mensaje para avisarle a su hermana que el plan no había salido como lo esperado.

Jisung imitó la acción del peligris, ahora sí que no sabía que hacer, nada se le ocurría.

—No es momento de lamentar. Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance. —añadió Minjeong, se levantó y fue directo a Chenle a darle palmaditas en la espalda, funcionaba con su hermano cuando hace pucheros por cosas que le molestan.

—¡Tal vez no fue lo suficiente! —dijo Donghyuck con obvia molestia.

—Haechan. —dijo Jisung en tono severo. Podía jurar que se echaría a llorar, pero no, simplemente no lo haría, necesitaba ser fuerte. Aunque le dolería saber que por más que dio todo para salvar a su amigo, extraño amigo que escupe fuego, de garras afiladas y mirada de cachorro, extrañaría a Zers.

—¿¡Qué!? ¿¡Entonces todo fue en vano!? ¿¡Es así como todo termina!? —cuestionó Donghyuck casi gritando, su voz resonó haciendo eco, parecido a los gritos de los guardianes de los bosques—. Desde un momento en que mostraste que había una opción, que podíamos hacer algo para salvar a Zers me había ilusionado. ¡Tenía la esperanza y se está yendo justo en este momento en ese mismo tren!

—No es culpa de nadie. —Minjeong trató de calmar la situación, sabía que se terminarían hiriendo con palabras cargadas de veneno—. A veces las cosas malas son inevitables y nadie puede interferir.

—¡No, no es verdad! —gritó Donghyuck, conteniendo las lágrimas y las ganas de maldecir. No sabía qué sentir—. Las cosas malas pasan por este mundo está lleno de cobardes, cobardes que no quieren actuar para evitar que esas cosas pasen.

Jisung dio varios pasos hasta quedar frente a su hermano.

—No es cobardía. Simplemente no podemos hacer nada en contra del destino. No podemos crear otro hechizo lastimaríamos a quienes van en el tren. Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, es momento de dejar ir. —dijo, sintió su nariz picar al decir eso, no solo era dejar ir a Zers, era dejar ir lo único que tenían de su padre.

Donghyuck frunció el ceño e hizo una mueca.

—¡Por la llama ardiente, Haechan! ¡No me mires de esa forma! —mencionó Jisung ahora molesto—. ¡No estoy siendo cobarde, solo razonable! Aunque me duele tanto, no podemos hacer más nada. No nos vamos a arriesgar.

—Eres un cobarde, felicidades. —dijo Donghyuck con obvio sarcasmo y sonrió ladino, miró fijamente a su hermano—. ¿En serio te llamas a ti mismo un príncipe? ¿Un líder?

Jisung apretó los puños, abriendo y cerrando las manos para tratar de tranquilizarse.

—No vamos a iniciar una discusión aquí. —dijo Chenle, interrumpiendo. No sabía cómo sentirse, pero la discusión entre los hermanos empeoraba todo. Se interpuso en medio de ambos, dedicando una mirada imponente—. Nos vamos. Hicimos todo lo que pudimos y debemos ser conscientes de ello. Es suficiente.

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