39. El juego por la corona.

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Millones de personas desde sus hogares contemplaban las pantallas en las cuales se mostraba a un príncipe elegido, un representante por cada nación. Los cuatro príncipes fueron llevados al Gran Árbol. Las islas estaban completamente solas, las únicas personas que podían estar allí eran: El Príncipe Mark Lee. La Princesa Na Minjeong. El Príncipe Zhong Chenle y el Príncipe Park Jisung. No hubo necesidad de una votación puesto que la vida de dos participantes se vio en peligro y no podían ser candidatos para el juego.

Se encontraban subiendo por unas largas escaleras en forma de espiral. La madera tenía dibujos por todos lados, mismos dibujos empleados en hechizos escritos, mismos hechizos que no permitían a ningún príncipe abandonar ese lugar hasta que el juego no diera por terminado. Debían de llegar al final, a lo más alto del Gran Árbol, lugar que ni las mismas aves conocían. Estuvieron en silencio la mayor parte del tiempo, incapaces de pensar en algo que no sean sus familias y lo ocurrido días atrás.

—Estamos aquí. —dijo Minjeong, quien iba a la cabeza del grupo.

—Desearía no estarlo. —añadió Mark quien estaba detrás.

Cuando el último de los príncipes salió de aquellas escaleras el lugar se iluminó. Era una especie de domo rodeado por grandes ramas y hojas del árbol, había cuatro plataformas, cada una con su propio color y emblema. Fueron buscando la que le correspondía a cada uno y se miraron entre ellos.

Minjeong fue a la plataforma violeta con dibujos del viento y alas de pegaso.

Mark fue a su plataforma, era color verde brillante con dibujos de rocas y montañas.

Jisung fue a la plataforma color rojo y detalles naranjas, tenía el dibujo de las llamas ardientes y un amanecer.

Chenle fue a su plataforma, era color azul como el del océano, tenía las olas y espuma del mar talladas en la madera.

—Si abandonamos ahora es muy probable que salgamos con vida. —dijo Chenle. Hasta él mismo notó como su voz temblaba.

—De aquí, es seguro, pero afuera de estas islas querrán nuestras cabezas. —añadió Mark.

—No lo creo. —reprendió Jisung dando un paso al frente.

Ellos pusieron un pie sobre sus plataformas correspondientes y se subieron a estas al mismo tiempo. Los dibujos tallados en la madera destellaron. Podían ver en el cielo varios ojos con alas, después de todo el juego por la corona parecía más un entretenimiento de medio tiempo que algo como el destino de los cuatro reinos. No conocían para nada lo que debían de hacer. Solo hubo una indicación, subir a lo más y allí sabrían qué hacer. Esperaron unos segundos sobre aquellas plataformas hasta que estas iluminaron en sincronía como un arcoíris que los cegó.

Y cuando menos lo pensaron sintieron como si sus estómagos se volcaran y todo a su alrededor se hubiese puesto de cabeza. Sabían lo que sucedió, síntomas de la primera teletransportación. Comprendieron porque había solo una decena de personas en el mundo que podían hacer ese hechizo. A Mark le tomó unos minutos bajar de aquella plataforma. Los demás lo esperaron. Se sintió algo avergonzado porque se mostraban preocupados por él. Quiere pensar que solo actuaban así porque estaban sumidos en una tragedia común y eso mismo los había unido, solo eso. Todavía pensaba que no merecía llegar a tenerlos como amigos.

Vieron al lugar al cual habían llegado. Era una especie de estructura de cristal, como la torre de control de los aviones, pero esta era por completo de cristal. Minjeong supo al instante donde se encontraban. ¿En serio los habían hecho ir a las islas para luego traerlos al Reino del Este? Que desperdicio de tiempo en viaje. Ella fue la primera en abandonar la torre y seguir de largo por el puente. Chenle y Jisung la siguieron de cerca, con Mark detrás. Esa torre estaba ubicada en un lugar que la princesa no conocía, sino fuese porque a lo lejos vio el reflejo de los diamantes del palacio y varias hadas de jardines no se hubiera dado cuenta. Pero seguía siendo un lugar en el cual no había estado antes y eso que estaba cerca del castillo. Creció en ese reino, todo lo conocía, era imposible. ¿Dónde se encontraban?

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