37. Mentiras que no pretenden lastimar.

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Los Reyes del Oeste se habían marchado de vuelta a su reino días después de que los príncipes llegaron de su corto viaje a acampar. Todos se despidieron, a excepción de la Reina Seulgi que en ningún momento se le vio por el palacio desde el ocho de diciembre, sus damas de compañía dijeron que se encontraba algo enferma, pero nadie se atrevía a hacer preguntas. Las campañas terminaron hace unos días y los extranjeros podían regresar a sus naciones. La Reina Jihyo y su prometida no habían abandonado el palacio, ambas se negaban a dejar a los príncipes y a la hija del general ahí junto a la gran amenaza que resultaba ser aquella mujer con el corazón de hielo.

Por ahora todo se encontraba tranquilo.

-¿No se los dijiste? -preguntó Ningning a Jaemin, estaba sentada a su lado.

Jaemin parpadeó varias veces y miró a su amiga.

-¿Qué cosa?

-No te hagas el estúpido.

Ningning miró a Jaemin de manera amenazante y algo juzgona.

-¿Qué? ¿De qué estás hablando? -Se quejó Jaemin.

-Jaemin.

Había de aclarar que desde esa mañana en la cabaña Jaemin no había vuelto a acercarse a Renjun y Jeno, y mucho menos luego de haber literalmente escuchado que Renjun tenía sentimientos por Jeno. ¿Cuándo había pasado algo como eso? ¿En qué momento? Y para darle más emoción al asunto parecía ser que los sentimientos del mayor eran correspondidos.

Jaemin se mantuvo alejado de todos, escondido en todo el palacio o encerrado en la habitación, si no fuese por las chicas ni saldría de su cueva. Ellas no negaban que es buena compañía, a pesar de ser más hablador de lo que pensaron. Minjeong se notaba feliz por volver a ver a su hermano volviendo a ser el de antes.

-No pude hacerlo. -Jaemin suspiró, evitando hacer contacto visual con alguna de ellas y observó su batido.

Se encontraban en una de las tiendas. Habían salido al centro comercial más cercano a ver una película, pero su idea de salida normal con amigos incluía a un gran grupo de guardaespaldas. La Reina Jihyo se encargó de ponerle seguridad hasta a la misma Giselle que al enterarse se enojó con ella.

No había más clientes en el café, solo ellos. Esto porque los guardias no dejaban que más nadie entrara y los dueños del local no podían negarse, tener a cualquiera de la familia real allí les daría más fama a su negocio.

-¿Por qué? -preguntó Ningning con gran curiosidad.

-Lo iba a hacer aquel día, pero ocurrió algo que... -Por alguna razón recordar aquella conversación le dolía-. No estoy seguro si continuaré con esto.

Minjeong frunció el ceño al escuchar eso.

-¿Quieres que te arroje a un huracán? ¿No vas a aceptar una oportunidad tan grande solo porque no quieras dejar a tus amores solos?

-Esto es difícil. ¿Entiendes? -Jaemin miró a su hermana-. No solo por ellos porque ya sé lo que siento. Es extraño y lo único que sé es que quiero estar con ambos. Y si me voy ellos no van a esperar por mí.

-Yo esperé por Minjeong más de diez años. -dijo Karina, tratando de calmar un poco a ambos.

Jaemin se sintió algo incómodo. Para algunos resultaba ser tan fácil y para él resultaba ser de lo peor, como un laberinto sin salida.

-Lo suyo es diferente.

-¿Por qué lo es? -preguntó Minjeong.

-Porque ustedes son dos y no es tan complicado como esto. -explicó Jaemin. Las chicas le prestaron total atención-. Me gusta Renjun. Me gusta Jeno. Ambos de la misma forma. Les dije que no quería una relación porque sabía que ellos no iban a aceptar tener que compartir.

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