Epílogo 3/3

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Te quiero dos veces.

Giselle se encontraba ensayando junto a los demás músicos, si bien tienen que tocar las pistas ya conocidas para una ceremonia de boda, también deben tocar dos canciones que dictaba la tradicional del reino, más una del Reino del Este.

Ella dejó de tocar el piano una vez que vio a cierta princesa acercarse al altar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, mirando a Minjeong con ambas cejas levantadas—. Faltan unas horas para la ceremonia. No deberías estar aquí.

Minjeong se encaminó por el "pasillo" entre los asientos para la boda. El lugar que habían escogido es el jardín de las libélulas, una boda al aire libre. Y detrás de la princesa venía Chenle.

—Estoy viendo los últimos detalles. Todo debe estar en perfecto orden.

Giselle y los demás músicos siguieron con la mirada a la princesa.

—Las flores siguen hidratadas. Los arcos, las cortinas y los asientos están listos. Las velas serán prendidas una vez todos estén aquí. —Minjeong señaló cada una de las cosas que estaban listas y volteó, viendo a Chenle—. ¿Deberíamos hacer un ensayo de última hora?

—Ensayamos más de nueve veces a la semana, todo estará bien. —dijo Chenle, pero Minjeong siguió mirando en busca de error.

Chenle fue detrás de ella, la había estado persiguiendo y tratando de calmarla, pero con Minjeong es difícil llevarle la contraria.

—Comprendo que estés nerviosa, pero tus padres te están buscando y los estilistas te esperan. En menos de cuatro horas te casas.

Una vez estuvo lo suficiente cerca, Minjeong lo señaló con el dedo.

—¡No son nervios de novia! ¡Y no me estoy arrepintiendo de mi decisión si es lo que piensas! —dijo, mirando fijamente a Chenle quien se había sorprendido por el repentino grito.

—En ningún momento dije eso.

Por encima del hombro de Chenle, Minjeong se percató que algo no estaba como hace unos minutos lo estuvo.

—¿Ese árbol de allá se acaba de mover?

Minjeong fue directo al principio de donde estaban ubicadas las escaleras de madera para subir a donde se encontraba la el lugar de ceremonia. Observó con furia un pobre árbol de roble común y corriente.

—¡Atrás! ¡Ahora!

El pobre árbol tuvo que moverse unos cuántos centímetros hacia atrás.

Chenle y Giselle intercambiaron miradas. ¿Qué deberían hacer para llevar a Minjeong de vuelta al palacio?

—¿Ningning está con los estilistas? —preguntó Minjeong mientras inhalaba y exhalaba contando los segundos.

—Ella está ayudando a Karina. —respondió Chenle, pero Minjeong lo vio de una manera que lo aterraba—. Son solo solo algunos detalles. Todo aquí es perfecto, no tienes que preocuparte.

—Entonces puedo regresar al palacio. —Minjeong se encaminó a las escaleras, pero sintió que algo volvió a moverse a sus espaldas, supo enseguida de qué se trataba—. ¡Te mueves y te dejo sin hojas!

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