08. ¿Una Reina Líder del Norte?

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Apenas los alumnos llegaron a la escuela fueron llamados al gran auditorio. Sin mínima idea de lo que dirían los directores todos se dirigieron al lugar. Todos buscaron lugares rápidamente al ver a la mismísima directora Myoui en el centro del escenario. Les aterraba la mujer, aunque esta parecía ser todo lo contrario a la persona estricta, testaruda, algo amargada y exigente que era.

—¿Con que saldrán esta vez? —preguntó Chenle para sí mismo en voz alta.

Ningning enseguida dio la vuelta y señaló con el dedo a su hermano, apuntando a su pecho.

Chenle tragó en seco.

—No empieces con eso de nuevo. —Claro que Ningning no lo iba a dejar crear otro espectáculo—. No quieras que te golpee y esta vez llores enfrente de toda la escuela. Así que por tu bien, cierra la boca.

—No me refiero al juego por la corona, se nota que no es sobre eso.

—¿Por qué?

—El director Kim o Jung son quienes dan los anuncios sobre el juego de la corona en la escuela, no la directora Myoui. Ella se encarga más de la disciplina. —respondió Renjun apenas llegando a su asiento—. Así que es obvio que es algo sobre las reglas o una advertencia.

La dama sobre el centro del escenario compuso su garganta, un carraspeo que provocaba erizarte la piel a los pocos segundos. Todos hicieron silencio en el gran salón, ansiosos por escuchar lo que tenía por decir.

—Queridos estudiantes, hace una semana ocurrió un incidente dentro de nuestras instalaciones, del Gran Árbol para ser específicos. Uno de los cuadros con más de seis siglos de antigüedad fue el objetivo de lo que parecer ser una travesura, broma o algún tipo de rebeldía. No sé sabe quién o quiénes fueron los responsables, pero la pintura ahora está cubierta con una capa gruesa de lo que parecer ser hielo que no se derrite, y no sabemos qué hacer para no estropearla porque ningún contrahecho sirve.

Los murmullos no tardaron en comenzar, los estudiantes se miraban de reojo.

Para Chenle todo parecía ser un deja vú que detestaba con todo su ser. Visualizó a Jisung al otro lado del auditorio, quien ya lo estaba observando un tanto confundido. Él negó con la cabeza para indicar que no tenía ni la mínima idea, tampoco que había sido él, bueno, sí había sido quien lo hizo, pero no fue intencional o producto de rebeldía, de hecho ni sabía cómo lo había hecho.

Renjun puso una mano en el hombro de su hermano.

—Chenle, si fuiste quien lo hizo dilo ahora antes de que debas pagar las consecuencias. —murmuró a su oído—. No tienes un buen control aún sobre esa magia, no te darán ninguna sanción.

—¿En serio piensas que yo lo hice? —preguntó Chenle gritando en murmullos.

—Porque lo digo es porque lo pienso.

—No fue intencional. —admitió, sintiéndose pequeño en su asiento.

Renjun se puso algo tenso porque era obvio que todos pensaban que había sido alguno de ellos, mejor dicho, Chenle.

—Si no quieres tener problemas es mejor que lo admitas. Estoy aquí para darte una mano, no tengas miedo.

Chenle exhaló un gran suspiro.

—No se sabe quién fue el causante de esto. —pronunció la directora para que todos los presentes dejaran de hablar—. Puede que dentro de nuestra gran institución haya un estudiante que posea tal magia inexplorada, como lo es la del hielo, pero los vigilantes al igual que las cámaras no captaron nada en el momento, por lo que no podemos asumir nada sobre los hechos. Les aviso sobre esto porque pedimos que todos ustedes se concentren solo en sus clases y no en estar rondando zonas prohibidas. No queremos accidentes o malentendidos.

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