14. La flecha plateada.

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—¿Cuándo van a llegar? —preguntó Mark mirando a lo lejos cómo la general de la Reina Park se encargaba de revisar que la princesa estuviese sin un rasguño.

—Los guardias quieren ir a buscarlos. —murmuró Jeno quien estaba recostado al tronco de un árbol resguardándose un poco del sereno.

—Deberían estar por llegar. —respondió Giselle—. No podemos irnos sin ellos, podrían sospechar sobre algo. Espero que todo haya salido al menos bien, con lo que pasó no quiero más sorpresas.

Mark bufó, se mantuvo de brazos cruzados.

—No puedo creer que ese grupo de... —detuvo de inmediato sus palabras al darse cuenta de que casi los llamaba "estúpidos"—. Príncipes testarudos y con nada de sentido común... Se tomaron el tiempo de planear algo tan arriesgado y llevarlo a cabo sin salir ilesos.

—No salieron ilesos del todo. —contestó Jeno señalando con la cabeza al auto.

—Pero ¿quién sabría que alguien podía atacar a la Princesa Yizhuo? No creo que hayan sido saqueadores, pero no queda otro a quien culpar. —dijo Giselle—. La reina mandará a buscar a cualquiera que tenga un tatuaje con el signo de ese grupo al margen de la ley.

Mark le miró algo confundido, así es como llamaban a los desertores en este reino. Al parecer eso era lo que querían ocultar con la gran cortina de humo de la Reina Boa I.

—Eso no aseguraría lo qué sea que nos quiera matar. —Jeno miró a la distancia, esperando que el grupo llegará, era paciente, pero sus nervios estaban de punta.

—"¿Nos?" —cuestionó Giselle.

—El brazalete que se me perdió en el bosque tiene un encantamiento, la joya en realidad. —dijo Jeno—. Cuando algo amenace mi paz y tranquilidad este me avisará. Pero como nunca me había pasado no sabía que se iba a desatar, y que lo perdería. —suspiró y dio la vuelta con intenciones de ir hacia el auto.

Giselle no permitió que Jeno diera un paso más.

—¿Entonces crees que alguien quiere hacerles daño a los de la realeza?

—Muchos tienen razón para odiar al Oeste, en su mayoría los del Norte por "haberles robado una reina". No sabíamos nada sobre eso, no me mires de ese modo. —dijo Jeno, porque la mirada asesina de la chica le resultó algo aterradora—. Y al Norte muchos de su propio reino los odian. También está la historia de los cuatro reinos, el Norte fueron quienes iniciaron la guerra.

—Por otra parte, muchos odian a ambos reinos a tal punto de iniciar rumores absurdos. El Oeste y Este no tienen ninguna rivalidad, nuestros padres son buenos amigos de los Na. —añadió Mark. No son gemelos, pero uno parecía terminar las frases del otro como si tuvieran algún tipo de conexión psíquica.

Justo cuando uno de los guardias se acercó a ellos para preguntar por tercera vez por qué tardaban tanto los demás príncipes estos aparecieron corriendo como si nada por un sendero. Las capas las habían dejado minutos antes sobre las ramas de unos árboles, la tela con el mínimo contacto de agua desaparecería.

El Príncipe Chenle corrió directo a los autos buscando a su hermana por todos lados. No tenía idea de cómo respiraba, sus pulmones parecieron haber dejado de trabajar cuando Haechan recibió un mensaje de Giselle donde avisaba que Ningning había tenido algo, algo como un accidente. Una de las puertas estaba abierta, ahí fue donde encontró a su hermana al parecer dormida siendo cuidada por Dahyun. La menor ya había recobrado el tono carmesí en sus mejillas, lucía bien a pesar de lo que había tenido que pasar, más dos pequeñas puntadas en su frente.

Minjeong estaba preocupada por el estado de NingNing, decidió ir en el auto junto a ella, trataba de calmar a Chenle haciéndole saber que todo estaría bien.

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