09. Caballero de armadura roja.

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Nadie podía creer lo que estaba pasando. Se acabaron las prohibiciones relacionadas a los viajes internacionales, antes solo la realeza podía hacerlo, pero no del todo con libertad, solo si así lo quería el monarca del reino al cual se iría se visita y esto solo por asuntos oficiales. En cada reino no se hablaba más que de viajar, lo mismo pasaba en la escuela, todos los estudiantes mencionan algo como visitar la atracción turística del Sur, los rascacielos del Este, las cataratas en el Norte y las montañas del Oeste.

Muchos se preguntaron: ¿Quién les cambió a los fundadores?; ¿Qué estaba pasando en realidad? De igual manera nadie protestó cuando esto fue anunciado por todos los canales de comunicación porque se suponía que era una buena noticia. La conmoción no demoró ni un solo día cuando las oficinas se vieron llenas de personas para tramitar un pasaporte. Y gracias a este anuncio por un momento fue olvidado el asunto con el dragón de Zers. Lo que antes fue una semana para decirle el último adiós se convirtieron en dos.

De nada serviría esa semana extra si la Reina Jihyo no dejaba despedirse a sus hijos de ese dragón que vieron crecer, de hecho, ellos hasta evitaban a su madre. Al igual que ellos la reina se sentía dolida e impotente, solo le quedaba aceptarlo, pero sus hijos sí que no lo aceptarían. A los príncipes no les tomó ni unas cuantas horas para crear un plan aprovechando que por un momento el juego por la corona quedó como un personaje secundario en una obra de teatro.

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Mark y Jeno se encontraban en la cafetería de la Sede del Fuego. Últimamente estaban actuando algo diferente a lo que todos se acostumbraron a ver en ellos. Su conducta parecía ser solo la de un chico tímido y algo desinteresado, a lo habitual príncipes arrogantes y poco agradables.

Mark seguía a casi todos lados a cierto príncipe, estaba muy curioso puesto que vio al grupito de super amigos actuar demasiado extraño esos días, como si estuvieran planeando algo.

Y Jeno, él solo... es él. De pequeño podría ser considerado el hijo favorito si ese puesto no fuese quitado por Karina, eso sin ni siquiera ser hija de alguno de sus padres. Él era calmado, la mayoría del tiempo tranquilo, no reprocha nada sobre sus tareas como príncipe, todos en el reino lo amaban, parecían dejar de lado el hecho de que no conocían absolutamente nada sobre él.

Pero Mark, él era todo lo contrario a su hermano y no quería que Jeno se llegara a convertir en él.

—Mamá quiere que le confirmes si vas a hacer algo para tu cumpleaños. —comentó Jeno—. Puedes salir o lo que sea, es tu vida, pero ella insiste en que luego se haga una pequeña reunión familiar.

—¿Qué sentido tiene hacer una fiesta por un año menos de vida? Sabes que me dejaron de gustar mis cumpleaños hace mucho tiempo.

—Pensé que lo harías por ella.

—Haría cualquier cosa por mi madre, pero ella no ha hecho más que comportarse como una reina con nosotros estos últimos años.

Jeno resopló.

—¿De nuevo con eso?, ¿no tienes peores cosa para decir sobre nuestros padres? De repente los odias.

Mark miró a un punto fijo de la cafetería, había perdido el apetito.

—No tienes derecho a decir eso. —respondió en voz baja—. Eres quien ha estado estos últimos años tan callado que tu presencia apenas y se siente en una habitación. No comprendo cómo el pueblo te quiere tanto si pareces un fantasma. De hecho, creo que es por eso que tu presencia transmite cierta vibra que cualquier personaje en una mala película de terror adora.

—Tus palabras no funcionan conmigo. No soy uno de tus muñequitos con los cuales desquitarte.

La presión sobre los hombros de ambos se puede ver a kilómetros. Crecieron juntos como hermanos que son, aunque nunca se hayan comportado como tales. Siempre fueron los príncipes, los llamados "cosa uno y cosa dos" a pesar de la diferencia de un año, ellos solo servían a la corona.

The CrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora