CAPÍTULO SIETE - OBCECADO II

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Eleora

Despierto en la mañana con sus brazos comprimiendo mi cuerpo, me agito mirando con mis ojos entrecerrados lo que hay en mi entorno, bostezo escondiendo mi cabeza en su pecho y me deshago en las caricias que hace en mi espalda.

—¿Qué es lo que sientes por este ser malévolo? — pregunta con su voz ronca como si se durmió pensando en lo que realmente siento por él ahora que sé lo que hace para su ventaja.

—Amor— confieso inconsciente.

—Tengo que ir al médico a revisar mis oídos porque últimamente no escucho muy bien— dice simulando limpiarse los oídos y soltando quejidos somnolientos.

—Amor— digo ocultando mi cara por la mirada embaucadora que me ofrece.

—¿Odio? — pregunta haciéndome cosquillas por las costillas—¿Haces el amor con todos los que odia? — dice mordiendo mi cintura.

—Siento amor por ti— digo riéndome.

—¿Qué me odias tanto que me pides que te coma a mi especialidad? — dice riéndose.

—¡Que te amo! — grito para que se aleje de mi cuerpo.

—¿Qué sientes tanto odio por un ser malévolo que le pides que te penetre con su verga completa? — continúa molestándome fijando sus dientes en un glúteo.

—Que amo a este ser malévolo— me retuerzo por sus mordidas.

—¿Qué me odias tanto que deseas quedarte en este bosque pidiéndome que te atraviese con mi verga como como si fueras mi mujer? — pregunta tomándome por los brazos para dejarme debajo de él.

—¡Te amo! — exclamo agarrando su cara.

—¿A todos los que odias les dices que los amas después de follártelos?

—¡Es a ti a quien yo amo! — digo tirando de su oreja.

—¿Qué me odias? — comenta sonriéndome con su cara de que estuvo follando durante toda la noche.

—¡Que te amo! — subo sobre él—¡Te amo! — beso su pecho— ¡Te amo! — digo besando sus labios.

—Mentirosa— dice en una modulación afectiva mordiéndome una mejilla.

—Igual que tu— imito su voz besando su sonrisa.

Agarra mi nuca alejándome de su cara, observo los chupones oscuros de su cuello, miro mis senos marcados en cardenales morados que tardarán mucho en sanarse y sondeo sus ojos cautivándome en el poder de su mirada

—Tu vida es mi vida así que intenta cuidarla porque no sé qué sería de la mía si llego a perder la tuya — susurra de pronto.

—No me jodas— digo separándome de él.

—De nuevo no, Eleora— dice frustrado cubriéndose la cara.

—Párate porque hay muchas cosas que hacer— demando levantándome.

Muevo mis brazos para quitarme la correa, busco en mi bolso mi paquete de toallas húmedas, me limpio tirándole unas cuantas, me visto con un overol deportivo, lavo mi boca con un enjuague bucal y le arrebato el vestido rojo cuando lo extiende en el aire.

—Es mío porque este vestido será la prueba de lo mucho que me odias— dice quitándomelo para asegurarlo en su equipaje.

—No diste ni un solo dólar para que sea tuyo— digo recogiendo mis cosas.

—Todo lo mío es tuyo así que todo lo tuyo también es mío— dice peinando su cabello.

—No he visto la primera posesión que sea tuya que hayas puesto a mi nombre a parte de los obsequios que me has dado así que no me digas que todo lo tuyo es mío cuando mi nombre no aparece al lado del tuyo en tus bienes— indico con dejadez pensando en la conversación que tuve ayer, en el tiempo perdido aquí y los planes que tengo porque ni un encuentro extendido de placer será suficiente para dirigir mis planes a otros objetivos.

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