Mihail
Salgo en la mañana temprano después de darle una revisión rápida a mi hija, el helicóptero planea en el jardín de la casa, echo una mirada hacia mi chalet italiano antes de subir mirando a mi ex esposa abrazándose con una manta en sus hombros en el balcón de su habitación y subo asegurando mi cuerpo en el asiento.
Me comunico con las personas necesarias para ultimar los detalles, escucho las indicaciones de las decisiones que se siguen tomando para mediar los daños que hago desde la comodidad de un helicóptero, atiendo las otras informaciones sintiéndome conforme con los resultados finales y aterrizo en el lugar en el que se hará el evento.
Escribo en el papiro una despedida, todas nuestras conversaciones se repiten en mi mente, aunque me freno en una muy extraña por recordar sus últimos días con vida en mi casa de Florencia, pero no por nuestras miradas desconfiadas, sino por unas coordenadas que me parecieron anormales por la forma en la que las escribió en un mensaje de texto.
Enrollo el papel para entrarlo en la botella arrugando mis labios por ese mensaje que hasta ahora recuerdo y coloco el corcho clausurando mis palabras para él.
Me arreglo vistiéndome de ropa blanca y marcho con la botella en mi mano dándole la espalda a lo que atrás quiere arrollarme por la fuerza con la que quiere tirar de mis pies.
Me agrada convencerme que ya no está en mi vida, aunque siempre permanecerá en este lugar que será donde sus hijos y su esposa siempre lo buscaran porque aquí vivirá para siempre Alessandro Rosso.
Todas las invitaciones ya fueron entregadas, las horas han avanzado dejando un sol en su cumbre, permanezco en la sombra cálida de este lugar en el que merezco tener un espacio a solas con la persona que me mueve la cabeza por verla caminar agarrando la tela del vestido blanco que cubre su cuerpo y con una botella aferrada en su mano.
Se acerca hasta mi queriendo resistir con su sonrisa, pero sus pies se tropiezan quedándose anclada, observa el lugar flaqueando sus brazos a sus costados y camino hacia ella por la exigencia que tengo en ella desde que escogí a su marido dándole un compañero para toda su vida.
Se queda derecha con su mirada verde en mis ojos, sus labios empiezan a temblar por las emociones que se afloran en su ser dejando caer la botella y levanta sus brazos queriendo golpearme el pecho por traerla a donde su esposo estuvo con vida por última vez.
Deja sus golpes detenidos lanzándose a mis brazos a la vez que desata el llanto que enreda su cuerpo en el mío deslizándonos en la arena blanca en la que la arrullo calmando todo el dolor que expresa con lágrimas que la mantienen capturada entre mis brazos.
Aparto su cabello rubio de su cara asintiéndole a todo lo que me dice en balbuceos que reflejan el amor que llegó a tener por él, me cuenta todas sus impresiones desde el día que lo conoció hasta que murió junto a sus hijos y sonrío acompañando su sonrisa por confesarme su sentir del día en el que se casaron por recordar la alocada ceremonia.
Vuelvo a abrazarla cuando el llanto no le permite hablar porque ahora es que sufre cada proceso de la pérdida de un ser amado en minutos, alucina apuntándome a la imagen que ve de él, me grita agarrando mi camisa para preguntarme desquiciada si escucho su risa y agarro su cara susurrándole que él ya no estará más en nuestra vida.
Repito que vivirá siempre en nuestros corazones acunándola entre mis piernas, acaricio su cabello meciéndola y calma su dolor agarrando mis brazos para rodearse con ellos en tanto que nos envolvemos en el sonido que producen las olas del mar azotando la arena.
La levanto para ir hacia el baúl que se encuentra en el centro de la isla, agarro mi botella guiándola a que alcance la suya en donde la dejó caer, espero a que sea la primera en ponerla en el interior y dejo la mía rodeando sus hombros cuando flaquea por las emociones que siguen exaltando sus lágrimas.
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ESTUPOR
AksiyonLibro 3. Sensaciones que matan. Quemados en un éxtasis por el vicio que se tomaron en medio de las sensaciones que queman del placer y heridos en una euforia de emociones que los hizo pedazos por las sensaciones que hieren del amor ahora los caídos...