CAPÍTULO TREINTA Y UNO - LAUREL

794 37 26
                                    


Advertencia: Este capítulo contiene contenido sensible y escenas de violencia intensa que pueden resultar perturbadoras. Se recomienda discreción del lector, ya que las descripciones detalladas podrían causar impacto emocional.



Mihail

Desde mi posición elevada, contemplo el inmenso imperio que he forjado con engaños y estrategias. Me he convertido en un dios entre mortales, manejando los hilos de la realidad con maestría. El poder fluye a través de mis venas y la sensación de dominación suprema me embriaga.

Mi decisión de erradicar las raíces familiares, tanto Mikhailov como Martinelli, es una manifestación de mi deseo de crear un nuevo orden, donde solo mi linaje tenga la llave del poder, un linaje en el que mi señora, Eleora Martinelli, sea la matriarca de nuestra casa.

La idea de eliminar cualquier amenaza potencial a mi dominio me llena de satisfacción. Entiendo que la verdadera batalla se libra en el control de la mente, y he sido un maestro en mantener mis pensamientos inaccesibles, una fortaleza impenetrable para todos aquellos que se creen competentes de destruirme por creer saber lo que tengo planeado hacer.

Aunque mis acciones están guiadas por la ambición despiadada, reconozco que el autodominio es mi arma más poderosa. He aprendido a manipular las piezas en el tablero mundial, creando una crisis mundial que me permitiera adentrar la criminalidad una vez más a todas las naciones, sin permitir que mis emociones nublen mi juicio.

La frialdad con la que ejecuto mis planes refleja la audacia de un hombre que ha conquistado incluso las máculas de su propia psique, a pesar que arriesgar todo lo que cargo en mi cerebro, me ha puesto a pender de la muerte que ha arropado a mi familia.

Pese a que, en este reino construido sobre despiadadas maniobras, me veo a mí mismo como el arquitecto supremo, pero detrás de la fachada de omnipotencia, existo como un hombre cuyos pensamientos y motivaciones son tan complejos como el entramado de conspiraciones que he tejido.

El veneno de la vulnerabilidad se insinúa, tentando con desmoronar las defensas que he erigido con meticulosidad. Puse anzuelos en los hombres de mi propia sangre, anticipando traiciones de las cuales algunas aún no han ocurrido, pero que resuenan en las agudas inducciones de mi mente. «La sensación de sensibilidad, aunque efímera, se presenta como un enemigo acechante».

Siento la inminencia de la traición, como las corrientes oscuras que se ocultan bajo la superficie aparentemente tranquila de un río. Avel y Samuil Mikhailov, sus motivos de traición son claros para mí, aunque no menos inquietantes por ser quienes arrasaron con los cimientos más fuertes de la casa Mikhailov, siendo Jov Mikhailov, uno de mis pilares de instrucción perversa.

Sin embargo, la incertidumbre persiste en el comportamiento de los demás; hombres a los que he dado más de lo que podrían soñar.

Espero que mis instintos estén equivocados, que ninguno de ellos sucumba al impulso de la traición. En el complicado foso de motivaciones y resentimientos, busco la lealtad que he sembrado con cuidado. Mis familiares, a pesar de todo lo que han enfrentado, han recibido más de lo que merecían.

«Y en mi mente, eso debería ser suficiente para sellar un pacto indestructible».

Es un juego peligroso, esta lucha entre la lealtad y el poder. Me aferré a la creencia de que, por primera vez, mis instintos podrían engañarme, que mis familiares serían incapaces de traicionarme, pero, en el fondo, sé que en el mundo que he construido, incluso los lazos más fuertes pueden deshilacharse.

«Necesito que me traicionen, pero no quiero que lo hagan»

La inquietud que siento es un recordatorio constante de que, a pesar de todo, soy humano, y la humanidad, con sus defectos y debilidades, sigue siendo el enigma más complejo que enfrento.

ESTUPORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora