CAPÍTULO VEINTISÉIS - OBTEMPERAR II

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Minerva

—Prioridades —escucho en mi oído antes de que todo a mi alrededor se silencie en un zumbido que oscurece mi vista a la vez que caigo en los brazos fuertes de mi hombre.

El tiempo que tardo inhibida de mi razonamiento me amonesta la placentera distracción que siempre significará Mihail Mikhailov en mi vida, ya que en este momento me encuentro en medio de una encrucijada, donde la realidad y la ficción se entrelazan en un juego peligroso.

He aprendido a vivir enmascarada, ocultando mis verdaderos pensamientos y emociones detrás de una fachada ideada. Es una estrategia necesaria para sobrevivir en este mundo despiadado por ser habitado por seres despiadados como yo.

Cada día de mi vida, me he visto obligada a pintar un lienzo de mentiras, a construir una imagen que se ajuste a las expectativas y las percepciones de aquellos que me rodean, por ello, me convertía en una actriz en mi propio escenario, interpretando el papel que se esperaba de mí.

Entender esto a pocos años de vida, siendo una infanta, me destruyó, aunque descubrir que podía usarlo a mi favor me volvió la bomba que podía destruir a los demás «Siempre he sido la marioneta perfecta creada por mí en el escenario imperfecto creado por los demás». Era sofocante; agotador, pero aprendí por todas las personas que intentaron manipular mi existencia que engañar era la única forma de protegerme.

Enmascararme fue la manera que encontré para mantenerme a salvo, sin embargo, en lo profundo de mi ser, una voz susurraba la verdad que yace detrás de la máscara, Minerva Martinelli, siendo esa verdad la que me obligaba a sentir la carga de mi identidad oculta; la que me exigía severamente mantener mi verdadero yo bajo llave.

Cada vez que me miraba al espejo, me enfrentaba a una dualidad desgarradora, preguntándome quién era realmente y si algún día podría liberarme de la prisión autoimpuesta que significaba presentarme ante todos como Eleora Martinelli, esa identidad que se impregnó de mi cuerpo hasta hacerlo suyo en su grandioso papel de sobrevivir en el mundo en el que nació para morir en manos de los enemigos de su madre, pero sobretodo en las manos de los enemigos de su padre, los cuales, en ambos casos, eran sus familiares.

Aunque luego estaban ellos, los familiares que tengo unidos a mi sangre, los Mikhailov, los cuales le dieron sentido a todo lo que sabía, debido a que tener conocimiento es valioso, pero su verdadero poder reside en compartirlo con los demás.

«El saber sin la voluntad de difundirlo carece de significado»

Todas las consecuencias sufridas en todos mis años, justamente 33 años, me reiteran que mi vida enmascarada fue como caminar por una cuerda floja, nunca tuve miedo a la muerte, ya que era mi devota amiga que me acompañaba en cada paso que daba a lo desconocido, pero si de algo constantemente temí fue de caer al vacío si alguien descubría mi verdadera naturaleza.

Vivir como Eleora Martinelli fue una contradicción peligrosa entre el engaño y la autenticidad, entre la supervivencia y la pérdida de mi propia esencia, aunque ser descubierta como Minerva Martinelli, aun cuando él no había podido descubrir mi nombre, por un borrego amansado a los encantos encontrados en mi mirada me derrumbó las defensas a su excentricidad porque sin buscarnos, nos encontrábamos siempre, especialmente en cada uno de nuestros sueños.

Nos resulta un enigma descubrir si fui yo quien lo encontró sin buscarlo, o si fue él quien, persiguiéndome para mantenerme a su lado, disfrutaba mi propensión a escapar por el placer que yo sentía de ser perseguida como por el poder que él obtenía al traerme de vuelta a su lado.

Muchas veces me pregunté si algún día tendría la libertad para quitarme la máscara, si lograría llegar a la meta que me permitiría revelar mi verdadero rostro al mundo, no para seguir sobreviviendo, sino para vivir como siempre he querido día tras día, pero por ahora, todas mis percepciones me dicen que debo seguir jugando este juego de sombras en el que me toca continuar navegando por el laberinto de la vida.

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