CAPÍTULO VEINTIOCHO - ÓFRICO II

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Narrador Omnisciente

Pasan las siguientes horas juntos en la cabaña, pese a que, él no puede conciliar el sueño, escucha como ella duerme alternando su respiración entre silbidos que lo calman y sollozos ahogados que lo alteran, por ello, envía el mensaje que mueve a todos los representantes de las naciones hacia la ciudad madre de su imperio.

En la mañana regresan a su casa para prepararse para un último viaje en familia dentro de los próximos meses, ya que una vez implantado su imperio, quedaran sujetos a las consecuencias de una decisión los arrastrará a las más crueles sensaciones peligrosas que matan.

Sus familiares cercanos reciben las invitaciones para la grandiosa celebración en Islandia. La emoción se apodera de todos al tener el honor de ser parte de este evento histórico para el mundo, sin embargo, comienzan a surgir inquietudes sobre su papel en este emergente imperio que empieza a crear ataduras invisibles en sus vidas por la unificación de naciones.

Lo que alguna vez fue la búsqueda de libertad ahora parece transformarse en un compromiso que resguarda sus propios anhelos, sacrificando parte de su independencia a favor de las protecciones necesarias.

La espera por los aterrizajes sincronizados de aviones, que transportarán a los invitados de todos los rincones, agrega un aire de expectación a la inminente celebración oficial en Providencia, la cual nombró su soberana "El gran supercontinente Providencia: Ascenso de los Soberanos", recibiendo aprobación por parte de su esposo y su hija.

Esta espera da margen a los organizadores de la celebración para asegurarse de que todos los elementos necesarios para la coronación de los soberanos estén en su lugar puntualmente y finalizan los últimos detalles al confirmar la presencia de todas las naciones participantes.

—Estamos listos —afirma Mihail a Z. Zissi con su esposa junto a él.

Los rayos dorados del sol de la mañana del sábado 12 de octubre acarician suavemente las majestuosas montañas de Islandia, iluminando el camino de una procesión real que se dirige hacia la Ciudad de Providencia. Los corazones de los presentes palpitan de la emoción a la vez que los tambores resuenan en un ritmo sincopado, ya que marcan el paso de la corte real que avanza con solemnidad.

Los soberanos Mihail Mikhailov y Minerva Martinelli, los protagonistas de esta grandiosa celebración, se sientan juntos en un carruaje adornado con diseños que representan las diferentes culturas y divisiones geográficas que conforman su extenso imperio.

Sus miradas se entrelazan en un gesto de complicidad mientras sus manos se aferran con devoción, ya que este evento simboliza la unión de dos seres que han destruido todos los límites que necesitaban para estar juntos como seres poderosos de un mundo.

—Quiero follarte, mi emperador oscuro —susurra ella sonriendo.

—Prepárate porque no sabes lo mucho que estoy deseando partirte el coño esta noche, mi emperatriz oscura —responde besando el dorso de su mano.

A su alrededor los representantes arreglados con trajes tradicionales de distintos lugares del mundo avanzan en perfecta armonía. Trajes de seda, túnicas ornamentadas, kimonos elaborados y trajes tribales colorean el desfile con una diversidad de culturas y tradiciones. Las banderas de sus naciones se ondean con orgullo, aunque cada una llevando consigo la historia y la esencia de una región única unida a la soberanía mundial representada por la bandera de Providencia.

La procesión avanza por calles pavimentadas entre árboles, flanqueadas por admiradores que han venido de todas partes para ser testigos de este momento legendario. Las risas de los niños se unen con la música de instrumentos patrimoniales, los cuales crean una sinfonía palpitante que llena el aire con un aura de celebración.

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