Akem
Tenerla entre mis brazos otra vez es como un bálsamo para mi herido corazón, velar su sueño como años atrás es la fantasía más placentera que mis ojos pueden apreciar. Extraño su cabellera negra adornando mi pecho cuando apoyaba su cabeza sobre mí, anhelo ver la diosa de antes aunque eso no quita que todavía muera por ella.
Durante las pocas horas que la he dejado descansar me quedo absorto en mis pensamientos, batallando con mis demonios que por los momentos están apaciguados solo por tener su cuerpo junto al mío pero no puedo hacer de vista gorda. Mis demonios golpean con fuerza la puerta para salir a la libertad que antes tenían solo que ahorita no se puede.
Los mellizos eran unos bebés cuando compartí con ellos y no sabían lo que ocurría a su alrededor, ahora las cosas cambiaron al pasar de los años. Ya son unos niños de seis años que comprenden las cosas a la perfección, quisiera situarme frente a ellos y decirles "Soy su papá" y aunque deseo con todas mis fuerzas que suceda tal cual sin tantos problemas lo que conseguiría es que me odien en toda su vida. Al verme podrán pensar que los deje a la deriva, que no los amaba, son unos pequeñines que no entenderán el concepto desde el día uno.
Saskia me dejó completamente claro que me ha extrañado mucho mediante ese abrazo sanador pero es una niña que sigue confundida por mi regreso, sus palabras me dolieron rompiéndome por completo, dejándome a rodillas de ella. Kaem desde bebé es un niño muy reservado y celoso, no conozco su carácter pero no es necesario para saber que me debe de odiar.
Mi pizza.
La pequeña Mikhaila es una nena tan tierna con la hermosura de su madre. Sabe que soy yo su padre a través de fotografías porque así yo lo quise, días antes de terminar de planear todo fui guardando cada fotografía donde fuimos felices y pensar que las fotos de nuestra boda; y luna de miel esa pequeña ya yacía en el vientre de Arabella. A ella no le duele mi partida porque los dos no nos hemos conocido, por lo tanto el imbécil de Lowell se ganó el cariño de mi pizza.
"Daddy"
Su daddy soy yo, ahora lo que le faltaba a Akem Ivanov era tener hasta celos del amor de sus hijos con un pelele.
Arabella se remueve somnolienta acariciando mi pecho mientras que reparto caricias circulares en su espalda desnuda.
— ¿No fue un sueño? — pregunta con la voz ronca aun dormida — ¿Estás aquí Akem?
— Estoy aquí Arabella y por tiempo indefinido. — ella se abraza más a mi cuerpo haciendo que la suba a horcajadas — Eres una hermosura de mujer. Arabella Duarte, eres la mujer que pone a decir "Dios" a los ateos. — sonríe con dulzura.
Sus manos acarician mi pecho exactamente donde yace el tatuaje a su honor que nos hicimos el mismo día que sellamos el pacto con la Bratva al llevar uno que nos identificara como mafia y temple.
Un desfile de besos navega desde mis pectorales, baja por el abdomen hasta llegar a la pelvis. El aire que contenía mis pulmones sale con irregularidad, la polla se me pone dura inmediatamente y la mirada de Arabella se ilumina perversa relamiendo sus carnosos labios.
Acaricia la erecta polla con su mano de arriba hacia abajo viéndome como una leona cazando a su pequeña presa. Sin más empieza a chuparla, el sonido que desprendía era tan agradable como excitante; la habitación olía a puro sexo y un poco dulce por la loción sudada de mi pequeña. Succionaba cada vez más fuerte y con mayor rapidez haciéndome gemir desgarradoramente.
Sentía como mis venas se prensaban y las ganas de correrme se avecinaba, así que agarre a Arabella de los brazos para colocarla debajo de mi penetrándola con fuerza, mi miembro junto las bolas chocan vigoroso en su vagina donde el frenesí sacumbía en nuestros cuerpos. No quiero caricias tiernas, quiero poseerla con rudeza; necesito oír de su sensual voz mi nombre mientras me corro dentro de ella.
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INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]
RomanceInfierno: Tercer libro de la Trilogía "Entre el fuego y el infierno" Arabella era un mar en calma hasta que conoció la fuerte tormenta de Akem. Cinco años han pasado desde la terrible despedida de Akem, desde esa dolorosa carta de amor. Cinco infern...