Arabella
Sus manos recorren mi cuerpo con mucha precisión abismando mi mente a divagar. Sus labios desfilan por mi piel a cada beso que da, gimo una y otra vez su nombre excitándolo más, haciendo que tenga más deseo de mi. Me coloco horcajadas sobre él apoderándome de su boca, nuestras lenguas son una danza descontrolada mandando leves corrientazos a ese botoncito rosado que me proporciona placer.
Gruñe sobre mis labios demandando con fulgor el beso al cogerme por la nuca profundizando más.
— Dime que me amas — susurra cerca de mi oreja — ¿Aún me sigues amando?
— No hay un solo día que deje de amarte, idiota. — su mirada se posa en mi y sin razón alguna me ruboriza — Te amo, te amo mucho.
Sonríe mostrando esos radiante dientes blancos. — Me alegra escucharlo pequeña, pero... — se calla por unos segundos — ¿Te está gustando alguien más? ¿Me quieres olvidar?
Su pregunta me toma por sorpresa produciendo que agrande los ojos. Quiero decirle que no pero por algún motivo mi boca no es capaz de articular una palabra. Su mano se desliza a través de la tela de la braga y comienza a estimular mi clítoris, echo la cabeza hacia atrás por las sensaciones que experimento. Poso mi mano en el hombro marcando mis uñas en este.
En ningún momento dejamos de mirarnos, sus ojos grises se oscurecen por el deseo, por la lujuria del momento. Adentra dos dedos en mi cavidad por lo que empiezo a moverme de arriba hacia abajo como si fuese su polla la que me invade.
— ¿Me quieres olvidar? — vuelve a preguntar rondando sus dedos dentro de mi. Jadeo sin parar — Contéstame, sino parare y no tendrás el placer que tanto buscas.
— No serías capaz idiota. — sentencio.
— ¿Me quieres poner a prueba? ¿Segura? — sonríe con sorna.
Apresuro mis movimientos sintiendo que voy a llegar al clímax pero el muy idiota de Akem saca sus dedos dejándome a la deriva. Intento quitarme sobre el enfadada pero me es imposible, él gana más fuerza que yo. Esos definidos brazos me acercan más a su pecho y esa sonrisa que yace en su rostro mostrándose superior hace que quiera golpearlo una y otra vez.
— Suéltame — vocifero entre dientes —. Suéltame que no sabes de lo que soy capaz.
Ríe con ganas produciendo que inunde la habitación con su peculiar risa moja bragas.
— Calmaos tigresa. — atrapa entre sus dientes mi labio inferior tirando de él — Te daré todo el placer que desees, mi pequeña pervertida pero solo con una condición.
Frunzo el ceño. — ¿Qué trucos tienes debajo de la manga, mi Boss?
— Solo quiero que seas completamente sincera conmigo. — sentencia y asiento sin poder tomar otra opción — ¿Te gusta alguien más? — desvío a la mirada sin tener el suficiente valor de responder su pregunta — No me molestaré pequeña pero dime la verdad, es todo lo que te pido.
Cierro los ojos y tomo el aire idóneo para dominar bien mis palabras. — Han pasado años Akem, años de que no te siento como ahorita tan cerca de mi, años que no siento como besas mis labios y cuerpo como lo estas haciendo esta noche. — suspiro — Ha pasado tiempo que he tenido la esperanza de verte entrar por las puertas del ascensor y que me digas que todo va a estar bien, que seremos esa familia soñada de la que tanto hablábamos.
— Pequeña... — limpia la lágrima que se escapa de mi ojo.
— Han pasado tres años que dejé de ser la misma porque Arabella se fue contigo el día que preferiste entregarte ante la justicia que luchar por mi, que dejaste de luchar por nosotros. — mis labios empiezan a temblar — No se si esto es producto de mi imaginación o quizás si estes aqui conmigo, pero necesitaba desahogarme. Creo que te espere por bastante tiempo pero tanto como tu y como yo, sabemos que no regresaras. Me has dejado para siempre Akem Ivanov y es hora de dejarte ir a ti también. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón pero mi amor hacia ti no puede vivir solo de recuerdos.
ESTÁS LEYENDO
INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]
RomantizmInfierno: Tercer libro de la Trilogía "Entre el fuego y el infierno" Arabella era un mar en calma hasta que conoció la fuerte tormenta de Akem. Cinco años han pasado desde la terrible despedida de Akem, desde esa dolorosa carta de amor. Cinco infern...