12° Mi pizza

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"A veces perdemos a la luna por estar atentos de las estrellas ignorando lo que verdaderamente brilla."

Gaby González.

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Akem

Los sentimientos los tengo a flor de piel, el corazón bombea sangre por todo mi cuerpo haciendo que mis extremidades se sientan caliente por los nervios. La voz de Saskia me aturde un poco «¡Dios mío no deja hablar!» provocando que la vena de mi frente se temple. Kaem camina de la mano de Arabella y la otra entrelazada con la mía mientras que la apestosa se aferra a mi cuello.

Desde la distancia en la que nos encontramos la veo jugar en el columpio, sus pequeñas piernas se agitan delante hacia atrás con una sonrisa en el rostro, su cabello negro azabache golpea su definida cara con la brisa. Una sonrisa se forma entre mis labios al admirar a mi hija, al más hermoso milagro que nos pudo ver concebido la misma vida.

Choco con la mirada de Arabella notando la inquietud en esos ojos azules como el cielo, Kaem tira de mi pantalón por lo que me hace mirarlo.

— La tienes difícil señor papá. — chasquea su lengua más de una vez — Mikha es muy complicada de convencer, te lo digo yo que le tuve que dar mi mesada a cambio de su silencio.

— Ustedes son niños de negocios — sonrío —, entiendo. Haré lo posible y lo imposible para ganarme su confianza y sobre todo su cariño.

— El cariño de mi parte lo tienes papi, pero si me quieres dar algo a cambio para amarte más, lo acepto. — sonríe con picardía Saskia.

Algo muy dentro de mi se remueve cómodo al oírla decir «Amarte más»

Arabella la reprende mientras que yo me rio por su ocurrencia. — ¿Quieres que te soborne?

— ¿Qué es eso? — frunce el ceño.

— Akem, cállate por favor. — advierte mi pequeña — No les estés enseñando estas cosas a los mellizos.

La Bratva les enseñará peores cosas que estas.

Luego de ese breve momento divertido con el dúo dinamita, dejamos a los mellizos sentados en una mesa tipo picnic que hay en el parque del colegio para después mi diosa y yo ir hacia lo más pequeño de nuestros hijos. A medida en que avanzamos, a mi mente llega esos lindos recuerdos que yacen en mi cerebro permanentemente; como por ejemplo, verla por primera vez en una ecografía, oír los latidos de su corazón, sentir las pataditas en la palma de mi mano y ahora poder tener el privilegio de apreciarla de cerca son cosas por lo cual me siento predilecto.

Arabella me coge de la mano y me regala la más hermosas de las sonrisas de este maldito mundo. Mikhaila al ver a su madre hace el amago de bajarse pero ambos corremos hacia su dirección antes de que cayera al suelo. Alcance llegar a tiempo antes de que golpeara su cabeza con el tubo de metal que sostiene el columpio, la envolví entre mis brazos mediante que por el susto mi niña empezó a sollozar.

La acuné como la bebé que es, para mi lo será siempre. Acaricio su espalda lentamente con movimientos circulares esperando que con eso se calme, elimino las lágrimas de sus mejillas y le beso la frente con amor paternal. Su madre se acerca examinándola con la mirada y aunque sabe que no permití que llegara a tocar el piso prefiere confirmarlo por ella misma.

Finalmente sus ojos logran enfocar a través de las lágrimas, esos ojos que iluminan como el sol y se esconde en el mar al atardecer. Su piel pálida es como la nieve del invierno y su sonrisa como las estrellas que brillan por sí sola. Su mano acaricia mi barba entretenida con ella en tanto no deja de observarme, la intensidad de su mirada me hace sentir el animal más indefenso del mundo; es como si ella pudiera apaciguar todo a nuestro alrededor.

INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora